El texto no es lo decible, la imagen no es lo visible: lecturas desde el cotidiano al libro “Texto Nazi” de Martin Bollati

por Felipe Muñoz Tirado - 2023
Poner en crisis la (inter)relación existente entre la imagen y el texto es cuestionarse el cómo ha ido evolucionando en la historia la interpretación, los modos de ver y el conocer. La clásica relación binaria que entendíamos posible entre la palabra y la imagen, esa de comprender una imagen en su amplitud cuando está acompañada de un texto descriptivo, así mismo, la posibilidad de construir visualmente un texto se amplía al ser ilustrado por una imagen, diluye hoy sus fronteras para volverse inseparable.

Una relación que, por muy naturalezca que parezca, trae entre líneas lecturas contextuales, histórico-hegemónicas y posibilidades de condicionamiento para el sujeto lector/espectador. Es esa posibilidad, condicional y dominante, del texto sobre la imagen la que nos sitúa en esta breve lectura hoy en el fotolibro “Texto Nazi” de Martin Bollati.

Autor que analiza la capacidad de influir potencialmente en la lectura de una imagen cuando esta es acompañada de un relato trascendente, que aborda para no soltar más las fronteras interpretativas.

El francés Jacques Ranciere ya abordaba esta situación -posiblemente- problemática para las imágenes, desde la teoría, en su texto “El destino de las imágenes”, donde precisamente plantea la necesidad de entender al texto y a la imagen, en el arte, como un solo elemento en la construcción interpretativa del objeto narrativo a través de lo que él llamaría la “frase-imagen”.

Un concepto dialéctico que, por muy paradójico que suene, propone precisamente la lectura del texto como si fuese una imagen, y la lectura de la imagen como si fuese un texto. La articulación de símbolos y signos gráficos para la compresión epistemológica de lo propuesto por un autor:

“La potencia de la frase-imagen puede expresarse en frases de novela, pero también en formas de puesta en escena teatral o de montaje cinematográfico o en la relación de lo dicho y lo no dicho de una fotografía. La frase no es lo decible, la imagen no es lo visible. Por frase-imagen entiendo la unión de dos funciones a definir estéticamente, es decir, por la forma en la que deshacen la relación representativa del texto con la imagen”1.

Es esa relación diluida entre lo dicho, lo no dicho, lo visto y lo pensado que potencia el relato desde su lectura perpendicular al texto. Una propuesta e invitación a leer por los bordes para el desbordar del relato y su contenido.

Y es que a partir de lo expuesto en los párrafos anteriores podemos entender precisamente el ejercicio articulador que propone Martin en su publicación presentada en 2023 por SED EDITORIAL.

Un ejercicio de inquietud, curiosidad e irreverencia por levantar la problemática dominancia del texto sobre la imagen fotográfica.

Un ejercicio que surge como un mero pensamiento del cotidiano, pero que lograr poner en cuestión el cómo hoy estamos leyendo/viendo/mirando/pensando las imágenes que nos asaltan en nuestro alrededor.

Trabajo visual que parte como un sencillo -pero eficaz- experimento de análisis visual en torno a objetos que, aparentemente, en lo superficial, no tienen nada de extraño ni en común más que ser casas antiguas ubicadas en Argentina.

Sin embargo, nadie podría imaginar, como bien lo plantea Bollati en el texto que acompaña las imágenes, que esas casas convencionales y que, por muy bellas que parezcan, no dejan su condición de objeto-casa común, se convertirían -a partir de la condición contextual sociopolítica del sujeto- en un recurso instrumental para ilustrar la posibilidad imaginativa del pensar en el hábitat de jerarcas nazis en Latinoamérica.

Es ese condicionante, el recurso contextual, que Ranciere en otro de sus textos (El espectador emancipado) propone, precisamente, poner en tela de juicio la libertad del autor ante la obra y la independencia del lector ante el texto.

Una problemática que trae consigo, a propósito de lo contextual, las posibilidades y libertades del arte, del espectador y del creador. Esa idea de que leemos con lo que somos y creemos, y creamos con lo que hemos visto, que crean, la referencia es el reflejo de lo vivido, y lo vivido no es más que lo permitido.
Esta problemática también es planteada por el autor cuando hace referencia a Rimbaud con la distancia trascendental que marcaría en su “yo” autor para desaparecer de la literatura y cortar las ataduras del individuo frente al pensamiento propio.

Mismo ejercicio plantea con Borges y su posibilidad de entender al lector como sujeto dominante en un texto, incluso por sobre el autor, siendo este quien propone una lectura, pero finalmente es el lector - en este caso espectador-, quién asume la lectura a partir de su propia experiencia.

Es finalmente esta experiencia, que carga el sujeto al momento de afrontar un texto o imágenes fotográficas, que se apropia de su interpretación y dirige la mirada hacia los puntos comunes entre el sujeto, lo propuesto en el texto y sus vivencias.

La experiencia como concepto fundamental del proceso narrativo y creacional ya era analizada por Walter Benjamin en sus textos “Experiencia y pobreza” y “El narrador”, donde presentaba el panorama contemporáneo a partir de la pobreza de experiencias vitales transmitidas y las limitantes narrativas a partir de lo existente en su contexto social, que convertían -y convierten hasta el día de hoy- a la experiencia de lo narrado, en la experiencia monótona del cotidiano.

Es en este sentido que la publicación de Bollati, se presenta como un atrevimiento y desafío para el lector. Una invitación a cuestionar por qué estamos mirando, el cómo estamos mirando, y cómo el texto, la frase y la palabra, condicionan la posibilidad de mirar libremente.

Un fotolibro que se entromete en los anales críticos de la literatura para buscar respuestas y subvertir las posibilidades narrativas tanto de la imagen como la del texto para poner a prueba la capacidad de entendimiento y lectura del sujeto espectador contemporáneo.

El ejercicio en concreto es este: el autor sitúa al lector, en un relato sin contexto, le entrega la posibilidad de leer libremente en su totalidad las imágenes que se encuentran contenidas en el dispositivo, sin embargo, este es advertido por las singularidades de las imágenes que van asaltando con preguntas y cuestionamientos por los fundamentos para que estas se hallen ahí.

La posibilidad de leer des-contextualizadamente, es la posibilidad de entender sin fronteras la construcción visual de un texto en imágenes, y al mismo tiempo, el de poner a prueba la tesis propia del autor: la relación determinante entre el texto y la imagen.

Al finalizar el relato visual, es el mismo autor el que nos presenta su idea sin tapujos, nos cuenta la génesis del problema y el cómo plantea su solución. Inspirado y motivado por los fantasmas de Rimbaud y Borges, es que plantea la posibilidad de libertad en la lectura de un texto que se presenta.

Una libertad que no se halla, precisamente, en lo evidente ni en lo material de lo planteado, sino que, en la búsqueda estética de las interpretaciones, para dar cabida a las preguntas que surgen a raíz de lo planteado por el autor.

Un libro que se titula como “Texto Nazi”, pero que precisamente no presenta ningún elemento visual referente a lo nazi más que el relato presentado en su texto.

Y es precisamente, esa relación propuesta, entre la literatura y la imagen, que hacen de este fotolibro, una invitación a diluir las fronteras existentes entre el estudio de la imagen, el estudio de la imaginación y la fotografía.

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1 Jacques Ranciere, El destino de las imágenes, p.62