El cuerpo ante la lucha

por Katalina Cortes Olguín - 2023
Una vez más, como cada año, llegamos a una fecha que ha enfrentado diferentes resignificaciones a través del tiempo. Por esto mismo, es que se nos abre una puerta a la reflexión, sobre nuestro papel, en la construcción y significación de lo que es ser mujer, nuestro papel en la sociedad y nuestro papel en el arte.

Constantemente nos encontramos recalcando la importancia de la recuperación de los espacios de lucha, ¿pero de qué intentamos recuperarlo? De la alienación. Muchas veces se habla del día de la mujer como si fuésemos un grupo homogéneo, todas iguales, todas sanitizadas. En un día como hoy, es imperante resaltar que existen diferentes formas de vivir la feminidad y de enfrentar las problemáticas que nos aquejan.

Cada mujer afronta diferentes opresiones a lo largo de su vida, que al juntarse, nos pueden marginalizar aún más. Como mujeres, hemos sido relegadas y desplazadas de muchas cosas, no se nos permitió mostrar nuestros puntos de vista, nuestras cotidianidades, nuestros mundos interiores, ni mucho menos  nuestras opiniones u observaciones políticas sobre lo que nosotras mismas hemos enfrentado. No obstante, cuando las categorizaciones sociales, raciales, sexuales y económicas se meten en la ecuación, todo empeora.

Pensar la lucha intersectorialmente nos permite tener perspectivas diversas, alejarnos de las homogeneidades y abordar todas las diferentes experiencias, de lo que significa ser mujer, porque no existe una sola mirada. No obstante, es imposible negar que tenemos problemas en común que se han abordado desde el arte y este es la recuperación del cuerpo, de la autonomía corporal femenina.

La desnudez de las mujeres no es un tema nuevo en el arte, no es nuevo en la pintura, ni en el cine, la fotografía, ni en la literatura. La forma en la que construimos las narrativas alrededor de nuestro cuerpo sí lo es. En investigaciones hechas por mujeres, como Inés López, se evidencia que “El cuerpo es el lugar donde se asientan expresiones que compartimos con los demás individuos de una sociedad (...) En el caso de la mujer, la forma en que se ha ejercido poder sobre su cuerpo es parte del proceso de civilización”.
Como mujeres artistas, al tomar las riendas de cómo se muestran nuestros cuerpos, de mostrarnos nosotras mismas y evidenciar las perspectivas propias y detener el hecho que sea solo un deleite para las narrativas masculinizadas. Para que el cuerpo sea significancia de desnudo necesita ser visto como un objeto, al menos en la construcción social del “deber ser” ha sido así, por esto que al hacerlo nosotras, bajo los términos propios, se empujan los conceptos de cosificación, pero el debate sigue ahí.

La representación de las mujeres y de nuestros discursos artísticos siempre ha sido un problema y lo sigue siendo, a pesar de tener más ingreso a estudiar las artes, tenemos menos exposiciones en museos, en festivales y en galerías, ¿será que, a pesar de que se vende un discurso feminista para atraer más gente, seguimos siendo marginalizadas en la profundidad? Aquí volvemos a la interseccionalidad.

A pesar de que en América Latina se han abordado curatorialmente exposiciones con enfoque de clase y de género, las perspectivas étnicas y decoloniales no han estado tan presentes en los discursos contrahegemónicos. El cuerpo ante la lucha sigue teniendo muchas pendientes, pero días como hoy nos pueden permitir reflexiones más allá del capitalismo, más allá de la parafernalia y más allá de las campañas publicitarias.