Desde el borde con el borde
por Juana Anuarí - 2022
Hablo de aquellxs que narran mediante su fotografía y desde el borde corren la linea del discurso heterosexual del arte. Debemos pensar la heteronormatividad como un régimen político, tal como estableció Monique Wittig: “la dominación de lo heterosexual, se ejerce también desde lo simbólico, convirtiéndolo en la forma exclusiva de representar y moldear la realidad”.
Esto es transversal al arte en toda disciplina y expresión, radicado en la capacidad de crear visiones. La fotografía, como lo establece Joan Fontcuberta en su libro El Beso de Judas, encubre un artificio cargado de propósitos y de historia.
He aquí la importancia no de “dar espacio” en un sentido paternalista de la expresión, sino de hacerse el espacio, irrumpiendo e incomodando. Pues digamos que históricamente tales espacios elitistas del arte chileno, principalmente establecidos en el mal llamado centro (Santiago). Traducido en sus galerías privadas en el barrio alto. Son reticentes a lo que no cabe dentro de sus letrados espacios de cultura.
Traigo a la memoria lo establecido por Ricardo Pichulmán (aka forever 22), en la edición 002 de Letargo revista, cuando estableció: “sabemos que hemos sido invisibilizadxs históricamente. Y desde ahí la importancia del trabajo de registrar, porque no es solo información histórica, sino personas, rostros, identidades y vidas que existen”. Su vivencia como artista parte desde las redes sociales, saltando esa brecha de los círculos artísticos y mostrando su fotografía mediante el internet.
Esto es transversal al arte en toda disciplina y expresión, radicado en la capacidad de crear visiones. La fotografía, como lo establece Joan Fontcuberta en su libro El Beso de Judas, encubre un artificio cargado de propósitos y de historia.
He aquí la importancia no de “dar espacio” en un sentido paternalista de la expresión, sino de hacerse el espacio, irrumpiendo e incomodando. Pues digamos que históricamente tales espacios elitistas del arte chileno, principalmente establecidos en el mal llamado centro (Santiago). Traducido en sus galerías privadas en el barrio alto. Son reticentes a lo que no cabe dentro de sus letrados espacios de cultura.
Traigo a la memoria lo establecido por Ricardo Pichulmán (aka forever 22), en la edición 002 de Letargo revista, cuando estableció: “sabemos que hemos sido invisibilizadxs históricamente. Y desde ahí la importancia del trabajo de registrar, porque no es solo información histórica, sino personas, rostros, identidades y vidas que existen”. Su vivencia como artista parte desde las redes sociales, saltando esa brecha de los círculos artísticos y mostrando su fotografía mediante el internet.
Otra de las artistas que puedo citar, es Diamela Burboa. Entre las visiones que establece, está la idea de que “el arte siempre debe ser contra hegemónico, en mi caso uno de los constructos sociales que más me violenta es la imposición del binarismo”, formando un testimonio que refleja el “daño que nos ha hecho el sobrevivir en un sistema que delimita lo que puedes hacer, una norma tan bien diseñada que te enseña a repetirla sistemáticamente y además violenta a quienes se niegan a ser parte de ella”.
No busco respuestas con este texto. Más bien quiero plantear cuestionamientos: ¿De qué forma influye el arte en la construcción de nuestras realidades? ¿Cómo se ha construído la fotografía? y ¿de qué manera el regimen heterosexual en el que vivimos ha permeado las representaciones del arte?
Acá no cabe aquella concepción del testigo, del que observa con el morbo histórico hacia aquellxs cuerpos desde la “rareza”. Desde esa visión heteronormada que no entiende vivencia alguna que traspasa un cuerpx que se sale de aquello planteado. Aquí lo que queda, es que aquellxs cuerpxs tomen la cámara, y puedan construir desde su propia narrativa un nuevo espacio. El espacio desde el borde con el borde.
No busco respuestas con este texto. Más bien quiero plantear cuestionamientos: ¿De qué forma influye el arte en la construcción de nuestras realidades? ¿Cómo se ha construído la fotografía? y ¿de qué manera el regimen heterosexual en el que vivimos ha permeado las representaciones del arte?
Acá no cabe aquella concepción del testigo, del que observa con el morbo histórico hacia aquellxs cuerpos desde la “rareza”. Desde esa visión heteronormada que no entiende vivencia alguna que traspasa un cuerpx que se sale de aquello planteado. Aquí lo que queda, es que aquellxs cuerpxs tomen la cámara, y puedan construir desde su propia narrativa un nuevo espacio. El espacio desde el borde con el borde.