Verónica Garay Reyes, ganadora del premio Carlos Fischer 2021:

“La fotografía es una especie de escape para poder expresarme”


Entrevista 
por Daniela Mancilla - 2021
Durante la dictadura cívico-militar, muchas familias se vieron obligadas a huir de Chile, la de Verónica Garay, fue una de ellas. Cruzaron la extensa cordillera y se instalaron en el país vecino con la idea de retornar después del golpe.

En el 95’, cuando ya tenía 5 años desde su nacimiento en Argentina, no sabía que estaba siendo desarraigada de sus raíces socioculturales y familiares. Emprendió un viaje de retorno que más adelante significaría una búsqueda constante de su identidad y cuestionarse el “¿hacia dónde voy y dónde pertenezco?”

Hoy, ese desarraigo y los constantes ir y venir cruzando la vasta cordillera, se convirtieron en un manifiesto. Una inspiración que es parte de uno de sus proyectos más importantes hasta ahora. Un proyecto que la llevó a obtener el premio FIFVAL Carlos Fischer 2021.

Desde una mirada y un discurso visual marcado por la crítica desde autoral y contemporáneo, Verónica Garay Reyes manifiesta que la fotografía se transformó en “una búsqueda de una nueva expresión visual a partir de lo que voy haciendo”. Si bien, es diseñadora gráfica de profesión, la fotografia le ha permitido redescubrirse y construir su propia historia a través de las imágenes.

Así, en conversación con Letargo Revista, Garay declara que Manifiesto de Desarraigo -proyecto con el cual obtuvo el reconocimiento- le ha dado la oportunidad de abrir una puerta. Una puerta de visibilidad y de construcción narrativa propia para ir descubriendo su historia de vida.

¿Qué significa para ti “Manifiesto de Desarraigo”?

Es una manera de recordar y ordenar un poco ese tipo del recuerdo de familia. Y no solo pensando que es mi familia, sino en los hechos (…) Comprender ese pasado que yo no viví y a partir de esos relatos lo traté de reconstruir acá. No de una manera tan evidente, pero sí hay algo que también debela o también deriva de lo que puedo interpretar.


Este premio, ¿de qué forma marca un antes y un después?

Primera vez que recibo un reconocimiento por algún trabajo fotográfico (…) Me ha funcionado que esa visibilidad se esté dando en las redes sociales. Es un libro que a mí me emocionó, por el hecho de que mi papá volvió al país llegando a su lugar de origen, que es Valdivia (…) Es un libro que habla del exilio. de exiliarse a otro lugar. Un autoexilio más que nada. También es la representación de otras personas que vivieron algo similar y bueno, por mi familia más que nada. La emotividad.

¿Quién es Verónica Garay cuando no está tomando fotografías?

Siento que la Verónica Garay es una persona que siempre está pensando en mil por hora, pero a la vez. De manera muy simultánea. Eso es como una manera de describirme. Soy muy trabajólica. Como que a veces pienso en la etapa del descanso, pero siempre estoy constantemente pensando en muchas cosas.

¿Qué te inspira?

Me gusta mucho la fotografía oscura. Como en penumbra. Yo creo que lo que más me inspira es la luz. Esa es la fuente de llamado de atención.

Por otro lado, Verónica menciona a su madre, que ha estado muy presente en la mayoría de sus fotografías, y también su entorno. “Mi propio cotidiano, mi propio espacio, creo que me ha inspirado y ahora sobre todo en pandemia que una está más inmersa a estar en un propio lugar”, declara.


¿Qué importancia tiene para ti que este premio se de desde el sur de Chile (Valdivia)?

Es como un tópico más de mis raíces. Hay que entender que uno no pertenece a un solo lugar. Como que hay algo de ahí que reúne todo. Como un sistema que se conforma de distintos lugares.

A partir de ahora, Verónica pretende llevar Manifiesto de Desarraigo hacia una publicación. Un libro que le permita plasmar su trabajo no solo en una exposición sino en un formato que se mantenga a través del tiempo e inspirar a todas aquellas mujeres que están decidiendo tomar el camino de la fotografía o las artes en general.