Toto

La mirada fulminante del artista

por Axel Indey - 2021
La mirada de Toto se forjó en los edificios abandonados de Talca y en los campos verdes que rodean la región del Maule. Hoy reconoce que el verde y el café de la naturaleza son colores que intenta mantener lejos de sus fotografías, recuerdos de un lugar que siempre consideró como limitante. “Era una burbuja de la que siempre quise escapar”, asegura el fotógrafo en conversación con Letargo Revista.

Los primeros intentos de huida de Toto se dieron a través de la cámara fotográfica de su hermana, un precario artefacto que le permitió por primera vez observar el mundo desde la perspectiva del creador. A través de su lente descubrió el poder transformador del ojo y comenzó a moldear a su imagen y semejanza ese mundo que antes se le presentaba tan estrecho y limitado.

Sus padres quisieron fomentar la faceta artística que se hacía patente en él desde la infancia. Para eso fue la cámara digital que recibió de regalo a los quince años, para ayudarlo a dar el primer paso en ese camino del que nunca más se apartaría. “Me volví loco”, dice Toto. “En el mundo del internet tenía un montón de referentes visuales y quería hacer más o menos lo que veía ahí”.

Era la época de Tumblr, las imágenes en blanco y negro y la estética de la nostalgia. Los paisajes desolados y los cielos crepusculares que capturaba Toto se enmarcaban dentro de la melancolía trasnochada de la adolescencia digital. Sus antiguas redes sociales aún conservan las huellas de ese primer Toto, que ya entonces soñaba con romper la burbuja que lo rodeaba para capturarlo todo a través de su cámara.

La mayoría de edad terminó por romper definitivamente esa burbuja. Toto abandonó su ciudad natal a los 18 años para estudiar comunicación audiovisual en la región de Valparaíso, pero el urbanismo sucio del puerto y los atardeceres explosivos de las tardes porteñas sedujeron su ojo y lo arrojaron al remolino de colores y sentimientos que hoy domina su fotografía.

Para el 2020, Toto ya había abandonado el digital para sumergirse de lleno en la fotografía análoga. “Me atrajo la parte manual del trabajo, el esperar la imagen, el no saber el resultado y que este mismo resultado se pudiera alterar en el momento del revelado. Me gusta la dedicación y el tiempo que te das para hacer una foto análoga”.

El trabajo de Toto hoy está reunido en dos cuentas de Instagram, donde una nueva estética se superpone al estilo recargado de sus fotografías análogas. Círculos perfectos cercenan todo elemento secundario en sus imágenes, dejando a la vista solo aquello que a Toto le interesa resaltar.

Susan Sontag aseguraba que fotografiar es conferir importancia. Pero este rasgo central de la fotografía aplica también al ojo mismo. En última instancia, toda mirada supone siempre un ejercicio de discriminación: no podemos percibir el mundo sino a través de nuestras jerarquías inconscientes. Cada observador crea un mundo visual de acuerdo a sus criterios estéticos, un mundo imposible de ser habitado por alguien más que el observador mismo.

Pero las fotografías de Toto se resisten a esta soledad. Toto nos toma de la mano y nos ubica justo detrás de su retina para que veamos el mundo desde su propia perspectiva. En sus fotos no hay nada más allá del contorno trazado por el ojo, lo que queda fuera es cercenado y suprimido por la mirada afilada del artista.

Últimamente las figuras han comenzado a escapar de los círculos de Toto. Distintos objetos y personas rompen los contornos trazados por el fotógrafo, de la misma manera que él sigue luchando por escapar de los límites impuestos por el entorno, por la familia, la ciudad y el trabajo. “Siempre intentamos salir, ir un poco más allá”, dice Toto.

Tanto las fotografías análogas de su cámara como la estética mecanizada de su perfil de Instagram están al servicio de la voracidad de Toto, de sus ansias por capturarlo todo y guiar al observador por su universo emocional. Ya sea a través de sus imágenes recargadas de colores primarios o de sus melancólicos paisajes en blanco y negro, la fotografía de Toto busca sumergir al espectador dentro de la mirada fulminante del artista, de su ojo totalizante que anhela compañía.

“Es un proceso que no quiero dejar de hacer”, afirma Toto. “Es algo que entró en mi vida, me ha dado mucho y me apasiona. Hoy estamos viviendo una nueva época dorada para la foto análoga, hay mucha gente revelando y haciendo sus propios laboratorios. En un proceso hermoso, un arte que no debe perderse”.

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