La fotografía y el ser


Stephanie Torres

Entrevista
por Elizabeth Cárcamo - 2023
El hábito recurrente de fotografiar momentos en reuniones familiares y cumpleaños despertó en Stephanie Torres un interés que trascendía lo común. A medida que se sumergía en esta práctica, una conexión única comenzó a surgir, similar a una metamorfosis. Un día, despertó para encontrarse a sí misma como una fotografía sin revelar, una persona latente.

Aunque desde pequeña sintió curiosidad por el arte de la fotografía, no fue hasta que adquirió su primera cámara en 2016 que se sumergió por completo en este mundo.

La fotografía de Stephanie va más allá de la simple observación. En sus propias palabras: "La fotografía es ese espacio sensible donde puedo jugar mucho, un juego en el que me veo como esa niña curiosa que descubre el mundo y se maravilla con las cosas que ve, como si las estuviera viendo por primera vez".

Esta curiosidad por el arte la llevó no solo a adoptar un enfoque meticuloso en su propia práctica, sino también a abrir las puertas para compartir su conocimiento a través de la enseñanza. "Para mí, enseñar tiene un sentido político, de abrir las redes del conocimiento y ser parte de esa red, especialmente en espacios vulnerables o periféricos, que es donde me interesa contribuir", declara.  Le motiva ofrecer una perspectiva única, permitir que otros vean el mundo desde la mirada y permitir emocionarse, pero también destaca que es un proceso bidireccional: "enseño, pero también aprendo".

Con una mirada terapéutica de la fotografía, ella la concibe como una forma de autoconocimiento, "un espacio en el que surgen muchas preguntas, cuestiono lo que veo y siento. Más que responder a lo estético, es un lugar donde puedo observarme". A medida que encuentra respuestas a las preguntas que surgen a través de la fotografía, también establece un anclaje con su identidad. Aunque es algo "muy personal, también tiene una dimensión social”.


A lo largo de su carrera, los retratos han emergido como una marcada tendencia en la fotografía de Stephanie. Sin embargo, este enfoque no se desarrolló de inmediato; "antes de conectar con las personas, sentía que debía conectar con la cámara".

En un punto de la entrevista, Torres describe su relación con la fotografía como si fuera una conversación, un diálogo entre el entorno y ella misma: "diálogos que no sean solo de mí hacia afuera, sino del entorno hacia mí".

Uno de los proyectos más significativos para ella fue “Casa Cámara”, realizado en Los Rojas, Coronel, junto a Walter Blass. Consistió en adaptar una casa como si fuera una cámara estenopeica y desde ahí hacer fotografías. Este proyecto le proporcionó seguridad. Muy genuinamente, la comunidad local, al verla con la cámara en mano, una actividad que ella describe como perfomatica, le pedían ser fotografiados.

Este lugar también tenía un significado personal para ella, ya que fue parte de su infancia, siempre rodeada de personas mayores. Esto ha influido en su inclinación por retratar a adultos mayores en sus proyectos. Sin embargo, señala que también es una respuesta a la ausencia de rostros envejecidos en las redes sociales. "Estamos llenos de rostros jóvenes y filtros, y los rostros que ya tienen pliegues no es algo que vemos siempre, entonces creo que es como un certificado del tiempo. Mostrar estos rostros que no están siendo tomados en cuenta”.

Otra experiencia notable que marcó su trayectoria fue su viaje a México. Antes de partir, ya tenía en mente lo que quería lograr, incluso consultó en Instagram hasta que llegó a Joanne Pauline, una reconocida modelo mexicana que aceptó colaborar rápidamente. Sin embargo, surgió un dilema cuando le preguntaron sobre su equipo, y se vio solo con su cámara y rollos.


Fortuitamente, en una fiesta en México, conoció a Gerald en el baño, quien resultó ser maquilladora y amiga de Joanna. Torres ya tenía el maquillaje, asistente (su amiga que aprovechó de visitar en su viaje) y el lugar perfecto para las fotos: la azotea de Gerald.

“Joanna aceptó muy rápido y amorosamente, aparte estaba embarazada, fue una coincidencia muy hermosa. Una locura. Las fotos que hiciste ese día en la azotea de Gerald, estuvieron geniales, me encantan todavía, por cómo resultaron y por el recuerdo. Me sentí muy bien acogida en Mexico, muy querida. “

Sus vivencias la han situado en lo que entiende hoy en día por la fotografía, un lugar sensible, verse como observadora del entorno y por consecuente de ella misma. Pero también sembró el gusto por la fotografía documental, el gusto de enseñar, de dar enriquecer lugares por medio del arte.

“Igual creo que hay que estar muy abierto a hacer fotos en distintos lados, estar abierta a la fotografía, a la experiencia, a conocer a gente. Tal como la imagen latente, nosotros estamos muy latente, estamos en proceso de revelarnos de alguna forma”.