Sobre un camino de liberación para la fotografía a partir de la tradición (primeros apuntes)

Por Martin Bollati - 2022
“Lo actual no es más que una combinación de lo anterior. Cuando más pequeños son los elementos, más grande es la impresión de novedad”

Paul Valery
I

Los sistemas de inteligencia artificial que producen imágenes son referenciales

El operador ingresa una consigna textual: vasijas y cámara pintadas al estilo de Morandi y como resultado recibe varias imágenes. Estas son el remix de muchísimos referentes existentes que un programa especializado cruza, filtra, combina, aprende y luego devuelve. El operador invoca al aparato con sus palabras (y sus dígitos) mientras espera el destino: una imagen nueva. Operadores, aparatos, referentes y combinación. Una posible síntesis de cómo se ha producido el mayor caudal de imágenes de los dos últimos siglos: las fotografías.

Las fotografías y las imágenes producidas por Inteligencias Artificiales (IA) comparten una dependencia referencial. Para suceder, tanto la fotografía como la IA necesitan que lo otro esté ahí antes. Lo que cambia es el adonde.

Pero las IA parecen sostener un punto de ventaja sobre el dispositivo fotográfico que simula al que la fotografía tuvo con la pintura en su surgimiento: la economía visual.

Imagen generada con Dall E mini con el input textual:
Vasijas y cámara pintadas al estilo de Morandi



II

La economía visual

Fox Talbot mencionaba en el año 1884, como uno de los grandes atributos de la recién nacida fotografía, la posibilidad de poder representar más de una vasija a la vez. Se requería el mismo esfuerzo para producir la fotografía que mostraba 1 vasija que para la fotografía que mostraba 100. Su mención era elocuente para la época, ya que realizar un dibujo o una pintura de tantas vasijas implicaba un esfuerzo radicalmente mayor dependiendo de la cantidad.

La fotografía venía a superar al dibujo y a la pintura porque representaba más rápido, no porque representara de forma más “real”. El dibujo podía parecer lo suficiente, pero era simplemente demasiado lento en su intento.

Imagen fotográfica del libro The pencil of Nature de Fox Talbot



III

El dilema de las vasijas que no existen, pero son útiles

El sistema de representación fotográfico, que era perfecto para una industria incipiente en explorar los beneficios de la repetición (material y visual) a principios del siglo XIX, parece ser algo lento y obsoleto en el contexto de hoy.

La fotografía se ha convertido en el dibujo del siglo XIX, ya que no responde de frente a una economía acelerada y global. No representa la velocidad que el sistema necesita. Evidentemente no alcanza.
Si uno quisiera producir 1.000.000 de imágenes de vasijas distintas se podría:

1
Dibujar una tras otra, hasta el cansancio.

2
Fotografíar 1.000.000 de vasijas distintas, considerando el esfuerzo titánico de no romperlas en el proceso.

3
Buscar por incontables horas en Internet modelos distintos de fotografías ya realizadas, con el eventual decaimiento de la oferta de imágenes distintas.

4
Ingresar un texto en una plataforma de inteligencia artificial y actualizarlo todas las veces que haga falta hasta cumplir el número deseado.


Imagen extraída de la plataforma This vessel does not exist


No importa que la vasija no exista. Solo importa que pueda verse. Lo que se ve hoy, tiene utilidad. Lo que se ve, existe. Porque la mentira (la imagen) es una vasija que se enuncia de golpe y construye su veracidad a posteriori, sorbo a sorbo: Primero se manifiesta y mientras deviene, va acomodando su sentido en lo real. A medida que se narra una imagen, fotográfica o artificial, participa como evento, sin importar cuán cerca o lejos esté de su referente. Se acomoda mientras se usa para narrar.

En definitiva, tener la imagen de 1.000.000 vasijas distintas con solo apretar un botón es una revolución de la narrativa.

IV

La tradición y el trabajo de lxs fotógrafxs

Hay quienes piensan que las imágenes técnicas producidas por inteligencias artificiales eventualmente dejarán sin trabajo a quienes realizan fotografías con cámaras. O que este engendro de imágenes mezcladas viene a desplazar de un sacudón un largo trayecto de práctica y composición: la historia de la fotografía.


Yo sostengo lo contrario.

Las imágenes producidas por estos sistemas artificiales son el ejemplo acelerado del uso de la tradición. Se basan sobre lo que ya existe y sin lo anterior no son nada. No vienen a romper la forma, sino a continuarla. Las imágenes técnicas producidas por inteligencias artificiales son el uso sofisticado del arte de la cita escondida. Continúan una larga trayectoria y además alimentan el pozo del que beben con cada imagen nueva que generan, son pura tradición al servicio de lo nuevo.

Yo creo que producirán tareas para el fotógrafo que aún no conocemos, y que por eso no quitarán trabajo, sino que harán que el oficio de la fotografía sea distinto. Eso sí, los bancos de imágenes quedarán inservibles. Era hora de que todas esas imágenes estables fueran dinamizadas. 

Quien pueda verlo desde este mismo lugar, entenderá que no hay un fin alarmante para la fotografía, ni sus trabajadores, sino un principio nuevo. Sobre la fotografía ya no pesará  el escrutinio incesante de la exactitud del referente, sino que verá la definición de su práctica ampliada. Se explorará con mayor libertad la producción de otro tipo de imágenes fotográficas que no busquen la premisa del documento, sino del acto fotográfico como tal. Se explorarán límites impensados en el medio.

La última vez que sucedió un desplazamiento de esta magnitud en un sistema de representación, nacieron todas las vanguardias. No espero algo menor para lo que le depara a la trayectoria del medio fotográfico.