Rodrigo Riffo
“Quiero demostrar con mi fotografía la lucha entre la herida que está y las decisiones que debes tomar para la supervivencia”
por Juan Alfaro Balcazar - 2021
“Así habré de caer. Hoy es el término. La noche lateral de los pantanos
me acecha y me demora. Oigo los cascos de mi caliente muerte que me busca,
con jinetes, con belfos y con lanzas”.
me acecha y me demora. Oigo los cascos de mi caliente muerte que me busca,
con jinetes, con belfos y con lanzas”.
Fragmento del Poema conjetural, de Jorge Luis Borges.
Como un destino sudamericano, el fotógrafo venezolano Rodrigo Riffo muestra el ciclo de su historia familiar, tan errante entre dos territorios que se unen en la narrativa visual de su más reciente trabajo, titulado “Migrante”. Obra donde retrata la lucha del latinoamericano y el vínculo con sus vivencias mediante 45 fotografías, que lo llevan a la historia de su familia paterna, aquella que debió dejar Chile durante la dictadura de Augusto Pinochet y radicarse en el país caribeño, lugar que los obligó a migrar nuevamente y volver al largo territorio que comparte su sangre.
En una niñez donde estuvo muy presente el arte, Rodrigo recordó esta etapa entre risas, estableciendo que “desde niño siempre me gustó el dibujo, en primaria pintaba caballos bastante decadentes, luego me interesé por los tatuajes y la pintura en general”. La fotografía llegaría de la mano de las películas y su admiración por distintos artistas japoneses como Nobuyoshi Araki y Masao Yamamoto, quienes fueron su inspiración para las primeras fotografías que realizó a los 18 años, mientras estudiaba ingeniería en Venezuela.
“Cuando estudiaba ingeniería me saltaba todas las clases, llegaba tarde y muchas veces no me dejaban entrar, entonces llamaba a un amigo que estudiaba pintura y salía con una cámara barata que tenía para tomar fotos, ese fue el primer contacto de hacer fotografía en la pequeña ciudad de Mérida”.
Luego el tiempo separó a su familia nuevamente y el 2017 su padre emprendió rumbo a Chile, y Rodrigo junto a su madre y hermana viajaron a España donde un tío, en la más grande de las Islas Canarias, Tenerife. Ahí conoce a Arturo, joven que estudiaba fotografía y que le regaló la cámara con la que empezó a retratar en ese lugar tan remoto. Es en este punto donde Riffo decide estudiar fotografía, en el mismo momento donde toda su familia tomaba la decisión de migrar a Chile definitivamente.
¿Cómo era la relación con Chile y la historia de tu abuelo antes de venir?
“Desde que tenía 12 años y empezó a ocurrir la situación de Venezuela con el régimen, la frase: ‘Nos vamos a ir a Chile’, se volvió una constante. Pero mis conocimientos sobre el país eran prácticamente nulos, solo conocía la historia de mis abuelos que se fueron cuando mi papá era niño, mi abuelo en esa época trabajaba en una fábrica y mi abuela era enfermera. Llegar acá fue un descubrir, salir a tomar fotos, conocer, y encontrarme con una realidad muy distinta”.
¿Cómo vives tú y tu familia el repetir la hazaña de tu abuelo y volver al país de donde él se tuvo que ir?
“La vida le cambia a uno muy rápido, mi abuelo está muerto y solo tengo a mi abuela que es chilena, y mi papá. Ellos dos son los que sí tuvieron la experiencia de migrar dos veces, creo que para ellos fue mucho más crudo porque ya habían vivido en Chile. Esa parte de ellos estaba perdida al no estar en su tierra, creo que el sentir que no perteneces ahora me ocurre a mí y es muy difícil de mitigar. Siento lo mismo que tal vez sintieron ellos cuando se fueron en ese momento hace ya más de 40 años”.
En una niñez donde estuvo muy presente el arte, Rodrigo recordó esta etapa entre risas, estableciendo que “desde niño siempre me gustó el dibujo, en primaria pintaba caballos bastante decadentes, luego me interesé por los tatuajes y la pintura en general”. La fotografía llegaría de la mano de las películas y su admiración por distintos artistas japoneses como Nobuyoshi Araki y Masao Yamamoto, quienes fueron su inspiración para las primeras fotografías que realizó a los 18 años, mientras estudiaba ingeniería en Venezuela.
“Cuando estudiaba ingeniería me saltaba todas las clases, llegaba tarde y muchas veces no me dejaban entrar, entonces llamaba a un amigo que estudiaba pintura y salía con una cámara barata que tenía para tomar fotos, ese fue el primer contacto de hacer fotografía en la pequeña ciudad de Mérida”.
Luego el tiempo separó a su familia nuevamente y el 2017 su padre emprendió rumbo a Chile, y Rodrigo junto a su madre y hermana viajaron a España donde un tío, en la más grande de las Islas Canarias, Tenerife. Ahí conoce a Arturo, joven que estudiaba fotografía y que le regaló la cámara con la que empezó a retratar en ese lugar tan remoto. Es en este punto donde Riffo decide estudiar fotografía, en el mismo momento donde toda su familia tomaba la decisión de migrar a Chile definitivamente.
¿Cómo era la relación con Chile y la historia de tu abuelo antes de venir?
“Desde que tenía 12 años y empezó a ocurrir la situación de Venezuela con el régimen, la frase: ‘Nos vamos a ir a Chile’, se volvió una constante. Pero mis conocimientos sobre el país eran prácticamente nulos, solo conocía la historia de mis abuelos que se fueron cuando mi papá era niño, mi abuelo en esa época trabajaba en una fábrica y mi abuela era enfermera. Llegar acá fue un descubrir, salir a tomar fotos, conocer, y encontrarme con una realidad muy distinta”.
¿Cómo vives tú y tu familia el repetir la hazaña de tu abuelo y volver al país de donde él se tuvo que ir?
“La vida le cambia a uno muy rápido, mi abuelo está muerto y solo tengo a mi abuela que es chilena, y mi papá. Ellos dos son los que sí tuvieron la experiencia de migrar dos veces, creo que para ellos fue mucho más crudo porque ya habían vivido en Chile. Esa parte de ellos estaba perdida al no estar en su tierra, creo que el sentir que no perteneces ahora me ocurre a mí y es muy difícil de mitigar. Siento lo mismo que tal vez sintieron ellos cuando se fueron en ese momento hace ya más de 40 años”.
La herencia como un cuchillo
En su trabajo “Migrante”, combina retratos y archivos familiares, tratando en un principio de crear una especie de ficción con su historia, ocupando recursos literarios de los libros de Roberto Bolaño. Hasta que la figura del cuchillo, una constante en su trabajo e historia, se convierte en la relación directa con su pasado, ya que el objeto perteneciente a su abuelo, fue pasando de generación en generación hasta llegar a él.
“Lo asocio a la experiencia de la herencia, mi abuelo y mi padre pasaron por esto, ahora me toca a mí. Es un ciclo heredado, las personas que se ven obligadas a salir de su país deben luchar y eso debemos afrontarlo muy seriamente, como si fuera una cuestión de vida o muerte, elegí el cuchillo para representar esa decisión, la decisión de seguir adelante a pesar de todas las cosas que ocurren, y es el cuchillo que pienso que todos deberían tener”.
Otro elemento que se puede encontrar en su trabajo son las cartas y postales que mantuvieron sus familiares hace ya varias décadas atrás. “Hola abuelita, recuerdo mucho a todos”, escribió su tía a los ocho años desde Venezuela. Son estas cartas las que conectan a Riffo con su familia, demostrando lo que fue la realidad de ellos al cambiarse de país. “Quiero demostrar con mi fotografía la lucha entre la herida que está y las decisiones que debes tomar para tu supervivencia, porque es el sentimiento que tengo yo, pero también la búsqueda de demostrar mi propia verdad”.
Actualmente Rodrigo Riffo se encuentra en una búsqueda y experimentación, estableciendo que “cuando encuentre el formato donde me sienta más cómodo, realizaré otro trabajo, que no creo que tenga que ver con mi situación personal de migrante, quizás algo relacionado con este país, pero aún no estoy seguro”.
Por el momento, el trabajo de Rodrigo se inunda de profundidad, y la fotografía toma una manifestación donde se conforman objetos, luego metáforas, y concluyen, en lo que el artista catalogó como lo más hermoso de la fotografía, “transmitir mundos a los demás y poder relacionarse con las imágenes, ahí está la belleza de este arte”.
En su trabajo “Migrante”, combina retratos y archivos familiares, tratando en un principio de crear una especie de ficción con su historia, ocupando recursos literarios de los libros de Roberto Bolaño. Hasta que la figura del cuchillo, una constante en su trabajo e historia, se convierte en la relación directa con su pasado, ya que el objeto perteneciente a su abuelo, fue pasando de generación en generación hasta llegar a él.
“Lo asocio a la experiencia de la herencia, mi abuelo y mi padre pasaron por esto, ahora me toca a mí. Es un ciclo heredado, las personas que se ven obligadas a salir de su país deben luchar y eso debemos afrontarlo muy seriamente, como si fuera una cuestión de vida o muerte, elegí el cuchillo para representar esa decisión, la decisión de seguir adelante a pesar de todas las cosas que ocurren, y es el cuchillo que pienso que todos deberían tener”.
Otro elemento que se puede encontrar en su trabajo son las cartas y postales que mantuvieron sus familiares hace ya varias décadas atrás. “Hola abuelita, recuerdo mucho a todos”, escribió su tía a los ocho años desde Venezuela. Son estas cartas las que conectan a Riffo con su familia, demostrando lo que fue la realidad de ellos al cambiarse de país. “Quiero demostrar con mi fotografía la lucha entre la herida que está y las decisiones que debes tomar para tu supervivencia, porque es el sentimiento que tengo yo, pero también la búsqueda de demostrar mi propia verdad”.
Actualmente Rodrigo Riffo se encuentra en una búsqueda y experimentación, estableciendo que “cuando encuentre el formato donde me sienta más cómodo, realizaré otro trabajo, que no creo que tenga que ver con mi situación personal de migrante, quizás algo relacionado con este país, pero aún no estoy seguro”.
Por el momento, el trabajo de Rodrigo se inunda de profundidad, y la fotografía toma una manifestación donde se conforman objetos, luego metáforas, y concluyen, en lo que el artista catalogó como lo más hermoso de la fotografía, “transmitir mundos a los demás y poder relacionarse con las imágenes, ahí está la belleza de este arte”.