Rocío Aguirre: el fotolibro como archivo y diario de vida
“Si en verdad el mundo se acaba y lo único que queda son los libros y cosas escritas de la humanidad, que mi libro quede por ahí” - Rocio Aguirre
Entrevista por
Katalina Cortes - 2024
Katalina Cortes - 2024
Rocío Aguirre, fotógrafa chilena de Concepción, nos entrega los relatos de su vida y su mirada del mundo editorial con una identidad visual distintiva que la caracteriza. Desde las primeras incursiones a la fotografía con una cámara pocket, una adolescencia documentada en fotolog, hasta la publicación de su segundo fotolibro homónimo “Rocío Aguirre”, en el cual nos revela cómo ha sido su experiencia detrás del lente.
A los quince años, luego de enamorarse de la fotografía, hace su primera exposición donde muestra un trabajo sobre su familia “en realidad lo que me gustaba no era hacerme fotos a mí. Sino que era como poder crear estos universos, mini universos. Como la foto de moda, que también lo tiene un poco la foto más editorial”, nos cuenta.
En ese sentido ¿Cuál dirías tú que es hoy el papel de la fotografía en tu vida y cómo ha evolucionado?
Creo que ha evolucionado en el sentido en que puedo elegir qué cosas quiero hacer y qué no, porque al principio cuando empecé a estudiar, yo no tenía plata para poder comprarme una cámara digital, que era como justo el boom de las cámaras digitales, y un amigo me prestó su cámara analógica. Entonces yo siempre digo que, al final, la foto analógica más que yo elegirla, me eligió porque no tenía otra cosa. El haber tenido que hacer todo ese proceso me definió un poco la carrera, pero en realidad no fue una opción. Luego cuando ya sí tuve recursos para poder elegir lo digital, siempre me sentí más cómoda con lo primero que había elegido.
Y en tu proceso creativo, de tu trabajo profesional y tu trabajo autoral ¿Existe alguna diferencia o se cruzan de alguna forma?
El autoral es súper como que “hago, hago, hago” y de repente veo que tengo un montón de cosas que se parecen y digo “Oh esto podría ser un libro, esto podría ser una exposición o esto como que se da forma sola”. En cambio en el proceso más de trabajo es todo lo contrario es como que yo digo “quiero hacer unas fotos que tengan este tipo de iluminación” y voy a inventar una historia con este personaje y cuando entra este personaje la luz llega así. Yo estudio antes lo que voy a hacer. En cambio el proceso más autoral es súper orgánico, al final yo no lo pienso y solo sale. Luego ya encuentro cómo darle la forma.
A los quince años, luego de enamorarse de la fotografía, hace su primera exposición donde muestra un trabajo sobre su familia “en realidad lo que me gustaba no era hacerme fotos a mí. Sino que era como poder crear estos universos, mini universos. Como la foto de moda, que también lo tiene un poco la foto más editorial”, nos cuenta.
En ese sentido ¿Cuál dirías tú que es hoy el papel de la fotografía en tu vida y cómo ha evolucionado?
Creo que ha evolucionado en el sentido en que puedo elegir qué cosas quiero hacer y qué no, porque al principio cuando empecé a estudiar, yo no tenía plata para poder comprarme una cámara digital, que era como justo el boom de las cámaras digitales, y un amigo me prestó su cámara analógica. Entonces yo siempre digo que, al final, la foto analógica más que yo elegirla, me eligió porque no tenía otra cosa. El haber tenido que hacer todo ese proceso me definió un poco la carrera, pero en realidad no fue una opción. Luego cuando ya sí tuve recursos para poder elegir lo digital, siempre me sentí más cómoda con lo primero que había elegido.
Y en tu proceso creativo, de tu trabajo profesional y tu trabajo autoral ¿Existe alguna diferencia o se cruzan de alguna forma?
El autoral es súper como que “hago, hago, hago” y de repente veo que tengo un montón de cosas que se parecen y digo “Oh esto podría ser un libro, esto podría ser una exposición o esto como que se da forma sola”. En cambio en el proceso más de trabajo es todo lo contrario es como que yo digo “quiero hacer unas fotos que tengan este tipo de iluminación” y voy a inventar una historia con este personaje y cuando entra este personaje la luz llega así. Yo estudio antes lo que voy a hacer. En cambio el proceso más autoral es súper orgánico, al final yo no lo pienso y solo sale. Luego ya encuentro cómo darle la forma.
Representación visual de los estados
“Últimamente me estoy tratando de inspirar en cosas que a mí me hacen sentido. Por ejemplo, ahora tengo ganas de hacer un proyecto que tenga que ver con mis diarios de vida que empecé a escribir súper chica, como desde los diez años y hasta que fui al psicólogo a los veintiuno. Escribí un montón, entonces tengo ganas de hacer un proceso que tenga que ver con eso, con representar esos estados de alguna manera visual”.
Luego de mudarse de casa muchas veces, Rocío nos comenta que se dio cuenta que estaba acarreando un baúl lleno de fotografías y negativos de los últimos catorce años de su vida. Así, la idea de hacer un fotolibro nace de la necesidad de darle un espacio a esas fotos que eran importantes para ella, que jugaban un papel dentro de sus recuerdos. Lo que también podemos ver en el diseño, de un libro grande, con un color rojo imponente de tapa dura: reclama su lugar en el librero. Sin embargo, el proceso de materializarlo fue bastante largo.
“Esto lo comencé a hacer como seis años antes de que se realizara, con un profesor de la universidad que empezó a ayudar a hacer la visión. Luego empecé a hacerlo con un pololo que era diseñador, entonces todo el libro cambió. (...) Después dije “ahora lo voy a retomar" y decidí irme a España y no tenía plata para gastarla en eso. Comencé mi vida desde cero. Post pandemia dije “ya ahora estoy estable y si en verdad el mundo se acaba y lo único que queda son los libros y cosas escritas de la humanidad, que mi libro quede por ahí”.
“Últimamente me estoy tratando de inspirar en cosas que a mí me hacen sentido. Por ejemplo, ahora tengo ganas de hacer un proyecto que tenga que ver con mis diarios de vida que empecé a escribir súper chica, como desde los diez años y hasta que fui al psicólogo a los veintiuno. Escribí un montón, entonces tengo ganas de hacer un proceso que tenga que ver con eso, con representar esos estados de alguna manera visual”.
Luego de mudarse de casa muchas veces, Rocío nos comenta que se dio cuenta que estaba acarreando un baúl lleno de fotografías y negativos de los últimos catorce años de su vida. Así, la idea de hacer un fotolibro nace de la necesidad de darle un espacio a esas fotos que eran importantes para ella, que jugaban un papel dentro de sus recuerdos. Lo que también podemos ver en el diseño, de un libro grande, con un color rojo imponente de tapa dura: reclama su lugar en el librero. Sin embargo, el proceso de materializarlo fue bastante largo.
“Esto lo comencé a hacer como seis años antes de que se realizara, con un profesor de la universidad que empezó a ayudar a hacer la visión. Luego empecé a hacerlo con un pololo que era diseñador, entonces todo el libro cambió. (...) Después dije “ahora lo voy a retomar" y decidí irme a España y no tenía plata para gastarla en eso. Comencé mi vida desde cero. Post pandemia dije “ya ahora estoy estable y si en verdad el mundo se acaba y lo único que queda son los libros y cosas escritas de la humanidad, que mi libro quede por ahí”.
En este sentido ¿Cuál es el papel que juega la memoria en la narrativa de tu fotografía? ¿La necesidad de hacer perdurar este tipo de cosas como el archivo?
El libro es 14 años de fotografías de mi vida, ya es un archivo por sí solo porque, además está de manera cronológica, obviamente no sale todo el mundo con los que he convivido porque no funciona así. Al final me da risa porque hay gente que me dice “Oye no salgo en tu libro” y es como ya, “no te he hecho fotos suficientemente buenas o no calzan, no es porque no te quiera”, se sienten ofendidos.
Como fotógrafos, muchas veces no nos damos cuenta que al documentar nuestras vidas, también tomamos un poco de aquellos que la conforman. No obstante, el trabajo autoral de Rocío nos muestra esas ansias de darle espacio a quienes permiten que los fotografiemos en nuestro propio viaje archivo, de diario de vida visual de lo cotidiano. En este sentido, a pesar de que sus procesos creativos se bifurcan, la mirada profesional de trabajo y la autora-íntima de la fotógrafa se siente integrada, una visión única que le pertenece solo a ella y que nos comparte a través de sus recuerdos.
El libro es 14 años de fotografías de mi vida, ya es un archivo por sí solo porque, además está de manera cronológica, obviamente no sale todo el mundo con los que he convivido porque no funciona así. Al final me da risa porque hay gente que me dice “Oye no salgo en tu libro” y es como ya, “no te he hecho fotos suficientemente buenas o no calzan, no es porque no te quiera”, se sienten ofendidos.
Como fotógrafos, muchas veces no nos damos cuenta que al documentar nuestras vidas, también tomamos un poco de aquellos que la conforman. No obstante, el trabajo autoral de Rocío nos muestra esas ansias de darle espacio a quienes permiten que los fotografiemos en nuestro propio viaje archivo, de diario de vida visual de lo cotidiano. En este sentido, a pesar de que sus procesos creativos se bifurcan, la mirada profesional de trabajo y la autora-íntima de la fotógrafa se siente integrada, una visión única que le pertenece solo a ella y que nos comparte a través de sus recuerdos.