Paula Salazar
“La fotografía hoy es mi cable a tierra, y un lenguaje donde puedo decir lo que quiero”
por Juan Alfaro - 2021
“A un canto lejano del bosque”, esta frase del poema “Los ojos” de Alejandra Pizarnik, retrata el trabajo de la fotógrafa chilena Paula Salazar, quien con tan solo 23 años, logra reflejar a través de su fotografía lo poético y nostálgico de la naturaleza, junto a la fraternidad de las mujeres retratadas con su cámara, espacio de reflexión donde conversó con Letargo revista sobre sus comienzos, procesos y proyectos.
¿De qué manera la naturaleza y las mujeres que retratas van de la mano?
“Creo que la mayoría del tiempo han sido mujeres o amigues porque es el lugar donde me siento a salvo. Las flores y la naturaleza siempre me han gustado porque mi mamá cuando chica tenía flores en la casa, y a mi abuela paterna siempre le gustaron, usando muchos vestidos floreados. Siento que de alguna forma es algo que tengo interiorizado porque en mi familia siempre fue así”.
Radicada en Valparaíso, hoy se encuentra en su último año de fotografía en el instituto Arcos de Viña del Mar, un camino que no fue del todo fácil, ya que antes de llegar a la fotografía, estudió música el 2016, un momento de su vida donde “estaba súper frustrada, y encontré en la fotografía un descanso, un refugio”, comentó.
Desde la infancia su vida estuvo ligada al arte, y entre pintar, bordar o cantar, confesó que siempre tuvo el interés de crear algo. Una motivación que la llevaría a acompañar a una amiga a un curso de fotografía por el 2015, en ese momento iba en cuarto medio. Al contrario de lo que ella creía, ese no fue su comienzo en la fotografía, ya que recorriendo más atrás en sus recuerdos puede rememorar la cámara que le regaló su papá.
“Mi papá me regaló una cámara de las más básicas, y me gustaba mucho sacar fotos con ella, y aunque no hayan sido fotos como muy pensadas. Luego empecé a hacer un curso de fotografía análoga en Cámara Lúcida, y ahí fue cuando me di cuenta que me gustaba mucho la fotografía y que quizás la debía estudiar”.
Así como la fotografía, la poesía es otro de los elementos que conjugan el arte de Paula, y es otro de los caminos que la llevó a convertirse en la artista que es hoy. Sus referentes en la poesía van desde Alejandra Pizarnik, la española Elvira Sastre, hasta la chilena Mara Rita. La palabra es un lugar donde se refugia en timidez y la fotografía una forma de expresar lo poético sin estar explícitamente presentando algo, “a mí me gusta mucho escribir pero me da vergüenza, entonces por eso mi fotografía es poética, porque intento reunir esos elementos”.
¿De qué manera la naturaleza y las mujeres que retratas van de la mano?
“Creo que la mayoría del tiempo han sido mujeres o amigues porque es el lugar donde me siento a salvo. Las flores y la naturaleza siempre me han gustado porque mi mamá cuando chica tenía flores en la casa, y a mi abuela paterna siempre le gustaron, usando muchos vestidos floreados. Siento que de alguna forma es algo que tengo interiorizado porque en mi familia siempre fue así”.
Radicada en Valparaíso, hoy se encuentra en su último año de fotografía en el instituto Arcos de Viña del Mar, un camino que no fue del todo fácil, ya que antes de llegar a la fotografía, estudió música el 2016, un momento de su vida donde “estaba súper frustrada, y encontré en la fotografía un descanso, un refugio”, comentó.
Desde la infancia su vida estuvo ligada al arte, y entre pintar, bordar o cantar, confesó que siempre tuvo el interés de crear algo. Una motivación que la llevaría a acompañar a una amiga a un curso de fotografía por el 2015, en ese momento iba en cuarto medio. Al contrario de lo que ella creía, ese no fue su comienzo en la fotografía, ya que recorriendo más atrás en sus recuerdos puede rememorar la cámara que le regaló su papá.
“Mi papá me regaló una cámara de las más básicas, y me gustaba mucho sacar fotos con ella, y aunque no hayan sido fotos como muy pensadas. Luego empecé a hacer un curso de fotografía análoga en Cámara Lúcida, y ahí fue cuando me di cuenta que me gustaba mucho la fotografía y que quizás la debía estudiar”.
Así como la fotografía, la poesía es otro de los elementos que conjugan el arte de Paula, y es otro de los caminos que la llevó a convertirse en la artista que es hoy. Sus referentes en la poesía van desde Alejandra Pizarnik, la española Elvira Sastre, hasta la chilena Mara Rita. La palabra es un lugar donde se refugia en timidez y la fotografía una forma de expresar lo poético sin estar explícitamente presentando algo, “a mí me gusta mucho escribir pero me da vergüenza, entonces por eso mi fotografía es poética, porque intento reunir esos elementos”.
¿Qué representa para ti la fotografía?
“La fotografía hoy es mi cable a tierra, y un lenguaje donde poder decir lo que quiero. Estoy pensando constantemente en fotos y los procesos son muy distintos, pero siempre me imagino algo y trato de juntarlo”.
Las mujeres de su vida
“Lo que más me hace sentir cosas es lo que viene de mujeres. Hoy hay muchas fotógrafas que tienen una mirada feminista de las cosas, siento que esta mirada es la que más me mueve”, estableció la artista porteña. Una reflexión que viene de la mano con su trabajo, retratando principalmente a sus compañeras y amigas, un espacio que intenta siempre construir desde la seguridad, pues “creo que es lo que más me preocupa de ser mujer, el no sentirme a salvo”.
Conexión que dice comparten todas las mujeres, ya que “desde distintos ámbitos y formas, nos sentimos identificadas con la historia de otra en algún punto, y se crea una conexión, lamentablemente tenemos eso en común, el sentirnos en peligro”.
Pero el lazo que la une con otras mujeres no está sólo afuera, en su familia la figura de sus abuelas también se ha convertido en una influencia poderosa en todo lo que realiza, desde esta relación nacen dos trabajos, el primero llamado Lozapenco, una combinación de la técnica de cianotipia y el bordado donde habla sobre todas esas historias familiares que encuentran su comunión en el rito chileno de tomar once. “Yo vivo con mi abuela, pero el momento en que más conectamos es cuando tomamos once juntas”. Comentó.
Por otra parte, hoy se encuentra desarrollando otro proyecto que confiesa, aún está planeando, pero que nace desde las conversaciones con su abuela paterna, con la que se junta todos los fines de semana a través de videollamada, compartiendo fotos y memorias, recuerdos que la llevan nuevamente a encontrarse con las flores, un recurso que espera utilizar combinando el prensado con su archivo fotográfico familiar y así revivir las historia de las mujeres de su vida.
“La fotografía hoy es mi cable a tierra, y un lenguaje donde poder decir lo que quiero. Estoy pensando constantemente en fotos y los procesos son muy distintos, pero siempre me imagino algo y trato de juntarlo”.
Las mujeres de su vida
“Lo que más me hace sentir cosas es lo que viene de mujeres. Hoy hay muchas fotógrafas que tienen una mirada feminista de las cosas, siento que esta mirada es la que más me mueve”, estableció la artista porteña. Una reflexión que viene de la mano con su trabajo, retratando principalmente a sus compañeras y amigas, un espacio que intenta siempre construir desde la seguridad, pues “creo que es lo que más me preocupa de ser mujer, el no sentirme a salvo”.
Conexión que dice comparten todas las mujeres, ya que “desde distintos ámbitos y formas, nos sentimos identificadas con la historia de otra en algún punto, y se crea una conexión, lamentablemente tenemos eso en común, el sentirnos en peligro”.
Pero el lazo que la une con otras mujeres no está sólo afuera, en su familia la figura de sus abuelas también se ha convertido en una influencia poderosa en todo lo que realiza, desde esta relación nacen dos trabajos, el primero llamado Lozapenco, una combinación de la técnica de cianotipia y el bordado donde habla sobre todas esas historias familiares que encuentran su comunión en el rito chileno de tomar once. “Yo vivo con mi abuela, pero el momento en que más conectamos es cuando tomamos once juntas”. Comentó.
Por otra parte, hoy se encuentra desarrollando otro proyecto que confiesa, aún está planeando, pero que nace desde las conversaciones con su abuela paterna, con la que se junta todos los fines de semana a través de videollamada, compartiendo fotos y memorias, recuerdos que la llevan nuevamente a encontrarse con las flores, un recurso que espera utilizar combinando el prensado con su archivo fotográfico familiar y así revivir las historia de las mujeres de su vida.