Nicolas Pousthomis: “Para mí la cámara es una forma de habitar el mundo, me permite entender que está sucediendo”

Entrevista por
Juvenal Munizaga - 2024
Nicolás Pousthomis, es un fotógrafo documental, parte del equipo de Subeditora, coautor junto a Gisela Volá del libro “Todo y Nada”,  relato que contiene lo hermoso de las relaciones, así como también los momentos de distancia y dolor.

¿Cómo surge este fotolibro que habla desde un lugar muy personal, pero al mismo tiempo universal?

Al principio cuando encaramos este proyecto teníamos esas dudas ¿dónde está ese límite? o esa frontera entre el exhibicionismo, el voyeurismo banal. Contamos una historia sobre la cual otras personas se pudieran de alguna manera identificar y nos dimos cuenta que hay una cantidad increíble de canciones de amor, de novelas de amor, de películas que tratan del tema, poemas. Es un sentimiento que nos atraviesa a todes como humanidad y por eso, podemos intuir en algún punto que las historias que le pasan a otras personas también nos están pasando y esa palabra que vos usaste, específica, universal, nos pareció, es ahí cuando decidimos compartir esta historia y compartirla en todas sus dimensiones, tanto en los momentos agradables y bonitos, como los momentos el amor se puso a prueba y la historia se puso más difícil, cuando nuestro amor se tuvo que enfrentar a obstáculos, dificultades.

¿Cómo se diferencia con tu trabajo más documental?

Los fotógrafos documentales valoramos mucho lo que es la intimidad, sabemos que tiene un valor grande y por eso nos manifestamos muy agradecidos cuando las personas abren sus hogares, nos invitan a entrar en sus vidas y sabemos que justamente es un gran tesoro, ahí lo que sucedió con Gisela después de dedicarnos más de 20 años a la fotografía documental, y decidimos hacer fotografía documental girando la cámara 180 grados, dirigir el objetivo hacia nosotres y pusimos el mismo oficio, el mismo compromiso.


“Todo y nada” habla del amor y asumo que también se plantea como una deconstrucción de amor romántico.

Después de 25, el amor fue cambiando con la evolución de los personajes como decimos nosotres, estamos contando nuestra historia como personajes, lo que permite el fotolibro es en realidad, es invitar al espectador hacerse preguntas, el mismo autor no tiene las respuestas, es una gran incógnita lo que se va compartiendo.

El amor con que nos educaron, en el caso de Gise y el mío y en general toda la gente de nuestra generación  es el amor casi incondicional, el amor para toda la vida, el amor casi como un mandato si se quiere, entonces hay algo de ese amor romántico que nosotres con Gisela hemos tenido sospechas, dudas y miedos, este libro nos servía para cuestionar ese amor romántico, que parece más impuesto por una cuestión casi cultural que por sentimiento y nuestro vínculo con Gise, intentamos que nuestro amor sea real, vivo, libre y cada vez nuevo y este libro ahonda en esos aspectos. Las personas al recorrer el libro ven que los dos personajes encuentran y desencuentran, hay mucho fuera de foco, caras tapadas, que los personajes no consiguen ver a la otra persona tal cual es.

“La fotografía logró retenerme”

En la actualidad, Nico nos cuenta que volvió al blanco y negro, de alguna forma cerrando un círculo que lo conectó con la fotografía recién pasados los veinte años.

“Mi vínculo con la fotografía fue como un amor a primera vista, empecé de casualidad. Tuve una cámara entre mis manos a los 24 o 23 años y hasta ese entonces nunca había hecho nada en relación a la imagen y a partir de ese entonces nunca he decaído, mi pasión por la fotografía. En algún momento era tiempo de retirarme de la foto, no estaba haciendo tantas imágenes, un poco seco, agotado, fuera del circuito. Sin embargo, la fotografía logró retenerme. Ahora estoy volviendo a las fuentes, haciendo fotografía en blanco y negro, como tal cual lo hacía cuando aprendí el 97, revelando los rollos, armando los chasis, escaneando las fotos, haciendo un rollo por mes. Es como un regreso al principio, un retorno y como que el círculo se estaría cerrando. Le pido a la fotografía todo lo que me termina dando, le da un sentido a mi vida. Para mí la cámara es una forma de habitar el mundo, me permite entender que está sucediendo. Le pido mucho a la fotografía, en muchos aspectos de mi existencia”, sostuvo.
Cuéntanos de este regreso al “origen”

“Es amor odio, hay veces que me siento retirado y me enojo con la fotografía, después regreso a ella. Hay algo que de la fotografía que aprecio es que hay todo un camino inconsciente o mi manera de trabajar la fotografía es muy impulsiva, como que siempre le hago caso a la intuición y con la fotografía analógica es más porque hay un acompañamiento del cuerpo que en mi caso me dejo llevar, me sorprende de lo que sucede. En mi caso, más como trabajando en colectivo con Subeditora que construimos una identidad colectiva y uno tiene que implementar prácticas fotográficas un poquito más lejanas, incorporar otros lenguajes fotográficos, cosas que aprecié muchísimo, en Sub hemos hecho fotografías con puesta en escena, con luz artificial. Todo tipo de propuesta, pero finalmente, al seguir mi propio impulso como autor, estoy más cerca del artesano. El fotógrafo artesano que está en su casa, que trabaja en su taller y va de a poquito acumulando fichas, lentamente tratando de inspirarme con las lecturas, los paseos, las películas. Voy haciendo fotografía cuando cocino, cuando friego, lavar los platos. Estos posteos que hago en instagram por ahí me llevan una semana porque los hago mientras hago estas tareas y como aprendí de esos maestros, Me inculcaron un poquito eso, de sentarse y trabajar la materia.”