Milena Pazos
La arquitectura visual de los sueños
por Axel Indey - 2021
Milena Pazos creció en una casa atestada de cámaras, pequeños artefactos destinados a retratar paseos familiares o visitas al zoológico que con el tiempo se fueron transformando en meros objetos decorativos, recuerdos de infancia olvidados en algún cajón de su residencia familiar en Buenos Aires.
Tenía doce años cuando las cámaras reaparecieron con fuerza en su vida: una imagen de la española Cristina Otero hallada en internet le mostró un mundo que hasta el momento le era desconocido. Ese, dice Pazos, fue el inicio de su atracción hacia la performance, el primer acercamiento hacia el baile de máscaras que hoy busca romper mediante la intimidad de su fotografía.“Me gustó mucho la idea de experimentar conmigo misma y con las ideas que tenía en la cabeza”, asegura la artista bonaerense en conversación con Revista Letargo.
Sus primeras fotos nacieron de la experimentación. Enemiga de los procesos y de los planes, Milena Pazos se lanzó de inmediato a retratar lo que estaba más cerca de ella: su piel, sus sueños y las mujeres que la rodeaban. Sus fotos rechazan la idea de encerrar a las modelos dentro de los bordes opresivos de la imagen. El ojo de Pazos se pierde recorriendo las carnes y sus imperfecciones, su mirada se hunde en los pliegues y cicatrices que cruzan los vientres, brazos y piernas de los sujetos retratados.
“Es en parte una bitácora visual, los retratos me ayudan a crear mi propio entorno y a explorar las intimidades mías y de mis amigas.Es algo que me encanta, abstraer pequeñas partes de la piel y enfocarme solo en eso”, asegura la fotógrafa.
Pazos describe su trabajo como onírico, pero en más de una ocasión se refiere a él como ‘cotidiano’. Lo cierto es que tanto los sueños como la cotidianidad tienen para Milena Pazos forma de mujer. Su generación floreció al alero del movimiento feminista que se tomó las calles de Argentina durante la legalización del aborto, un hecho
Tenía doce años cuando las cámaras reaparecieron con fuerza en su vida: una imagen de la española Cristina Otero hallada en internet le mostró un mundo que hasta el momento le era desconocido. Ese, dice Pazos, fue el inicio de su atracción hacia la performance, el primer acercamiento hacia el baile de máscaras que hoy busca romper mediante la intimidad de su fotografía.“Me gustó mucho la idea de experimentar conmigo misma y con las ideas que tenía en la cabeza”, asegura la artista bonaerense en conversación con Revista Letargo.
Sus primeras fotos nacieron de la experimentación. Enemiga de los procesos y de los planes, Milena Pazos se lanzó de inmediato a retratar lo que estaba más cerca de ella: su piel, sus sueños y las mujeres que la rodeaban. Sus fotos rechazan la idea de encerrar a las modelos dentro de los bordes opresivos de la imagen. El ojo de Pazos se pierde recorriendo las carnes y sus imperfecciones, su mirada se hunde en los pliegues y cicatrices que cruzan los vientres, brazos y piernas de los sujetos retratados.
“Es en parte una bitácora visual, los retratos me ayudan a crear mi propio entorno y a explorar las intimidades mías y de mis amigas.Es algo que me encanta, abstraer pequeñas partes de la piel y enfocarme solo en eso”, asegura la fotógrafa.
Pazos describe su trabajo como onírico, pero en más de una ocasión se refiere a él como ‘cotidiano’. Lo cierto es que tanto los sueños como la cotidianidad tienen para Milena Pazos forma de mujer. Su generación floreció al alero del movimiento feminista que se tomó las calles de Argentina durante la legalización del aborto, un hecho
La figura de la mujer ocupa un rol central en las fotos de Pazos. A través del retrato de cuerpos femeninos la fotógrafa busca encontrar algún detalle que le revele algo sobre ella misma, ya sea a través de la similitud o de la diferencia con el otro. Todas las mujeres de sus fotos son un reflejo, imágenes especulares que responden a la pregunta ¿quién soy?, ¿qué somos?
Las fotos de Pazos conjugan camaradería y aislamiento, amistades íntimas con la sensación de una soledad abrumadora. Algunas de sus obras se desbordan en fríos tonos azules, pesadas atmósferas crepusculares que elevan lo terrenal al campo de los sueños. En otras, las luces del verano se derraman sobre los cuerpos juveniles y la adolescencia irrumpe impregnándolo todo con su calidez y ligereza.
Milena Pazos se define a sí misma como una constructora de atmósferas, una arquitecta de sueños que busca unir el mundo onírico con la realidad material.“Me atraen los sueños y lo inconsciente, los puentes entre la cotidianidad y lo que está lejos, lo más lejano posible”, sostiene hacia el final de la conversación.
Actualmente, Milena Pazos cursa la licenciatura en Artes de la Universidad de Buenos Aires mientras trabaja en un fotolibro. Fiel a su estilo, asegura no tener nada planeado más allá de algunos viajes que saldrán en el momento. “Veré a dónde me lleva la vida”, concluye la fotógrafa.
Las fotos de Pazos conjugan camaradería y aislamiento, amistades íntimas con la sensación de una soledad abrumadora. Algunas de sus obras se desbordan en fríos tonos azules, pesadas atmósferas crepusculares que elevan lo terrenal al campo de los sueños. En otras, las luces del verano se derraman sobre los cuerpos juveniles y la adolescencia irrumpe impregnándolo todo con su calidez y ligereza.
Milena Pazos se define a sí misma como una constructora de atmósferas, una arquitecta de sueños que busca unir el mundo onírico con la realidad material.“Me atraen los sueños y lo inconsciente, los puentes entre la cotidianidad y lo que está lejos, lo más lejano posible”, sostiene hacia el final de la conversación.
Actualmente, Milena Pazos cursa la licenciatura en Artes de la Universidad de Buenos Aires mientras trabaja en un fotolibro. Fiel a su estilo, asegura no tener nada planeado más allá de algunos viajes que saldrán en el momento. “Veré a dónde me lleva la vida”, concluye la fotógrafa.