Cenotafio: La Memoria Como Ejercicio De Resistencia

por Felipe Muñoz Tirado - 2020

Cuando hablamos de que el arte es político, hablamos de aquella responsabilidad que tiene el arte de llevarnos a la superficie aquello que nos quieren ocultar. Cuando hablamos de que el arte es político, hablamos de aquella posibilidad que nos entrega el arte de poner un ancla al barco de la historia que avanza desenfrenadamente en la marea del tiempo y la modernidad.

Al entendernos con nuestra historia somos capaces de reconocer nuestros caminos recorridos, que nos unen, que nos relatan y como si de ironía se tratara lo que alguna vez nos unió fue la vía ferroviaria. Vía que tenia el trabajo de trasladar y acercar de norte a sur a los habitantes del país de manera colectiva, conexión ininterrumpida e indispensable también para el desarrollo, no sólo comercial, sino social.

Vía ferroviaria que fue desmantelada pieza a pieza durante la dictadura cívico-militar de Augusto Pinochet, que posteriormente tuvo el silencioso trabajo de ser la herramienta idónea para lanzar junto a aquellos detenidos, injustamente desaparecidos entre las olas del mar, ese mismo mar de la historia, capaz de olvidar si no ponemos el ancla en su profundidad. Pero no todas estas piezas, pertenecientes a la que alguna vez fue la vía que unió a nuestro largo país, cayeron al mar, algunas cayeron en las urbes, en nuestras veredas, ante nuestros ojos. Como un silencioso recuerdo que es desapercibido, que se calla, pero que está siempre ahí.

Y como si de un viaje onírico se tratara Maturana nos hace un recorrido visual por la ciudad donde nos quita del escenario ese elemento clave que, paradójicamente, al no estar presente nos permite recordar aquella historia de los olvidados, de aquellos que se convirtieron en números y que transformaron epistemologicamente su dolor en estudios, informes y estadísticas.


Cristian, en su relato comienza este viaje añorando aquellos tiempos en que el tren y los ferrocarriles unían al país y junto a estos se emplazaban los centros sociales de las ciudades que conformaban el principal punto de encuentro y de comercio para las familias que habitaban el sector, y como si de un plan perfecto se tratara, al desmantelarlo y desconectarnos nos llevaron a la individualización, y consigo el olvido y el miedo.

A través de la poesía que acompañan el relato fotográfico modificado ante la ausencia, podemos dejar entre ver el ejercicio de resistencia ante la masa invisible, pero hiriente del olvido. Olvido a aquellos que fueron arrojados al mar. Como si de objetos se tratase. Como si fuesen cuerpos desechables, que no eran merecedores de ese dolor, ni menos de aquel fin.

Y tal como lo relata uno de los escritos en la obra; “fueron arrojados al mar, pero no cayeron al mar, cayeron sobre nosotros”. Cayeron sobre los hombros de la historia de este país. Sobre los hombros de aquellos y aquellas que se niegan a olvidar y como tales, se presentan ante el presente como antorchas que iluminan aquellos pasajes que nos quieren esconder.

Y es por esto, que cenotafio, se presenta como una aguja persistente y ardiente en el cuerpo de la historia, que hace parar la frenética vida neoliberal, hacer un alto y recordar, aquel heroico acto de recordar aquellas piezas que, estando presentes en el cotidiano, pasan desapercibidas ante el dolor de los demás.