“Hay que faltarle el respeto al cuaderno”
Julia Toro
Entrevista
por Katalina Cortes Olguin - 2022
por Katalina Cortes Olguin - 2022
“No se puede echar de menos lo que pudo haber sido. Los recuerdos, al olvido. Sin embargo, a veces te espero. Y en la mitad de la noche siento detenerse el tiempo en el camino”. 1983, Julia Toro escribe la primera hoja de un cuaderno que luego se convertiría en una de sus mayores costumbres nocturnas.
“Escribir cuadernos empezó hace mucho tiempo en una época en la que estaba un poco complicada para mí, entonces empecé a escribir como una forma de acompañarme y surgió la idea de escribir. Me acostumbré, me gustó, lo hacía todas las noches y se fueron juntando los cuadernos, porque eso sí que los guardaba, más eran cuadernos ilustrados, yo también dibujo. Bueno, los fui coleccionando y en un momento se convirtió en un libro, que es lo más sorpresivo que me ha pasado nunca”. Nos cuenta.
Durante las noches Julia se adentra en la intimidad de la escritura, desde lo que pasó en un día tedioso hasta los más profundos sentimientos del amor, el desamor, las luchas de ser artista en Chile, la fotografía y la maternidad. Así, “Diarios” se perfila como un viaje de comienzo a fin lleno de emociones y de empatía del lector sobre el contenido de la obra.
“¿Qué es lo que quiero, qué es lo que necesito? Cubrir, cubrir, cubrir. Aprender mucho. Pagar el arriendo. La universidad. Las cuentas, la comida. Tener ropa para el invierno. Mucha salud. Toda la creatividad que se puede. Trabajo. Tal vez, otra casa, otro amor. Un computador. Una radio de verdad. Un par de zapatos. Para cada uno. Tranquilidad. El corazón abierto. Un amor”. (Diarios).
1995. Julia nos muestra una vulnerabilidad honesta, fuera de los parámetros de hoy: todo perfecto, todo clínicamente limpio, aséptico. La escritura de Julia Toro no dista mucho de lo que nos entrega con sus inspiradoras fotografías, lo genuino de la vida humana, el día a día. “La fotografía ha tenido impacto en mi escritura, piensa tu que esta es una cosa, una práctica en la noche sin ninguna intención. Entonces que después salga algo, te resultó así, no es nada pensado. Uno llega en la noche, abre el cuaderno y se pone a escribir. A veces, es curioso porque en vez de pensar estás escribiendo”. Describe para Letargo Revista.
Escribir muchas veces puede ser intimidante, sentirse ajeno al cuaderno nuevo, limpio, recién salido del empaque, para luego ser completado con nuestros más profundos pensamientos, sentimientos, tristeza y alegrías; vicisitudes de la vida. Este ejercicio se hace difícil, enfrentarse a la página en blanco te espanta. “Hay que faltarle el respeto al cuaderno” dice el libro. En un momento se filtró que Julia escribía en estos cuadernos a medio usar de su hijo Mateo y cercanos comenzaron a regalarle otros nuevos, lo cual la obligaba a seguir escribiendo. “Claro es muy rico escribir, pero cuando uno se encuentra con un cuaderno muy elegante y fino, una tiende a sentirse un poco tímida así que tuve que hacer el esfuerzo, decir “¿y qué importa?” si da lo mismo, escribe, garabatea, raya, pierdele el respeto al cuaderno” nos cuenta.
“Escribir cuadernos empezó hace mucho tiempo en una época en la que estaba un poco complicada para mí, entonces empecé a escribir como una forma de acompañarme y surgió la idea de escribir. Me acostumbré, me gustó, lo hacía todas las noches y se fueron juntando los cuadernos, porque eso sí que los guardaba, más eran cuadernos ilustrados, yo también dibujo. Bueno, los fui coleccionando y en un momento se convirtió en un libro, que es lo más sorpresivo que me ha pasado nunca”. Nos cuenta.
Durante las noches Julia se adentra en la intimidad de la escritura, desde lo que pasó en un día tedioso hasta los más profundos sentimientos del amor, el desamor, las luchas de ser artista en Chile, la fotografía y la maternidad. Así, “Diarios” se perfila como un viaje de comienzo a fin lleno de emociones y de empatía del lector sobre el contenido de la obra.
“¿Qué es lo que quiero, qué es lo que necesito? Cubrir, cubrir, cubrir. Aprender mucho. Pagar el arriendo. La universidad. Las cuentas, la comida. Tener ropa para el invierno. Mucha salud. Toda la creatividad que se puede. Trabajo. Tal vez, otra casa, otro amor. Un computador. Una radio de verdad. Un par de zapatos. Para cada uno. Tranquilidad. El corazón abierto. Un amor”. (Diarios).
1995. Julia nos muestra una vulnerabilidad honesta, fuera de los parámetros de hoy: todo perfecto, todo clínicamente limpio, aséptico. La escritura de Julia Toro no dista mucho de lo que nos entrega con sus inspiradoras fotografías, lo genuino de la vida humana, el día a día. “La fotografía ha tenido impacto en mi escritura, piensa tu que esta es una cosa, una práctica en la noche sin ninguna intención. Entonces que después salga algo, te resultó así, no es nada pensado. Uno llega en la noche, abre el cuaderno y se pone a escribir. A veces, es curioso porque en vez de pensar estás escribiendo”. Describe para Letargo Revista.
Escribir muchas veces puede ser intimidante, sentirse ajeno al cuaderno nuevo, limpio, recién salido del empaque, para luego ser completado con nuestros más profundos pensamientos, sentimientos, tristeza y alegrías; vicisitudes de la vida. Este ejercicio se hace difícil, enfrentarse a la página en blanco te espanta. “Hay que faltarle el respeto al cuaderno” dice el libro. En un momento se filtró que Julia escribía en estos cuadernos a medio usar de su hijo Mateo y cercanos comenzaron a regalarle otros nuevos, lo cual la obligaba a seguir escribiendo. “Claro es muy rico escribir, pero cuando uno se encuentra con un cuaderno muy elegante y fino, una tiende a sentirse un poco tímida así que tuve que hacer el esfuerzo, decir “¿y qué importa?” si da lo mismo, escribe, garabatea, raya, pierdele el respeto al cuaderno” nos cuenta.
¿Sientes que la escritura te permite descargar sentimientos que la fotografía no? ¿O lo veías como un complemento o como algo totalmente aparte?
Para mí la escritura y la fotografía están profundamente unidas. De partida, la fotografía yo la empecé a considerar como otro diario de vida en realidad, escribir y fotografiar están profundamente unidos para mí, entonces un sentimiento. Yo tengo el hábito de la fotografía, yo podría escribir un diario con puras fotografías contando la historia de mi vida. Nunca lo he hecho físicamente, pero lo he escrito como podría ser desde la primera foto que me tomaron. Entonces para mí la fotografía es otra clase de escritura.
Alfonsina Storni decía que ella escribía para recordar, en tus diarios se habla mucho sobre el recuerdo, pero también de las ansias de que te recuerden a ti como ese extracto que dice “Hay una carta esperándome, una carta que fue escrita quizás recordándome” ¿crees que al releer estos textos re-ordenado es una manera de recordarte a ti misma?
Fue una sorpresa porque me había olvidado bastante. Cuando los leí, cuando ya estuvieron manuscritos, editados y pasados por la correctora de texto y todo, ya ordenados yo no me acordaba de esto. “¿Y esto?” y así, fue entretenido, fue difícil también leerse a sí misma, porque es como mirarse al espejo (...) tiene un cierto materialismo. Te encuentras cosas que muchas veces las escribiste así no más, al pasar, sin tener una idea profunda de “me voy a poner a escribir” no, era muy espontáneo. Entonces, cuando me encontré con cosas que me sorprendieron, bueno me sorprendí lo primero que pensé fue ¿y esto lo escribí yo?
Hay años completos que no existen, que se saltan ¿hubo momentos en los que escribiste menos? también en una parte mencionas que estás escribiendo harto para ser como esas personas que dicen que escriben todas las noches.
Hay años en los que no escribí nada, lo que escribí lo escribí sin tomarle el peso de coleccionista. No como escritora, puede que haya dejado cosas por ahí diseminadas y no tengo registro, pero lo que se convirtió en el libro yo no tenía plena consciencia de que estaba escribiendo un diario, anotaba algunas cosas de repente. Después se puso más riguroso, me gustó la idea de escribir de noche, de escribir, de ser capaz de sacar lo que ha pasado en un día, aunque el día haya sido latoso. Ser capaz de relatarlo, ese era también uno de los propósitos.
Para mí la escritura y la fotografía están profundamente unidas. De partida, la fotografía yo la empecé a considerar como otro diario de vida en realidad, escribir y fotografiar están profundamente unidos para mí, entonces un sentimiento. Yo tengo el hábito de la fotografía, yo podría escribir un diario con puras fotografías contando la historia de mi vida. Nunca lo he hecho físicamente, pero lo he escrito como podría ser desde la primera foto que me tomaron. Entonces para mí la fotografía es otra clase de escritura.
Alfonsina Storni decía que ella escribía para recordar, en tus diarios se habla mucho sobre el recuerdo, pero también de las ansias de que te recuerden a ti como ese extracto que dice “Hay una carta esperándome, una carta que fue escrita quizás recordándome” ¿crees que al releer estos textos re-ordenado es una manera de recordarte a ti misma?
Fue una sorpresa porque me había olvidado bastante. Cuando los leí, cuando ya estuvieron manuscritos, editados y pasados por la correctora de texto y todo, ya ordenados yo no me acordaba de esto. “¿Y esto?” y así, fue entretenido, fue difícil también leerse a sí misma, porque es como mirarse al espejo (...) tiene un cierto materialismo. Te encuentras cosas que muchas veces las escribiste así no más, al pasar, sin tener una idea profunda de “me voy a poner a escribir” no, era muy espontáneo. Entonces, cuando me encontré con cosas que me sorprendieron, bueno me sorprendí lo primero que pensé fue ¿y esto lo escribí yo?
Hay años completos que no existen, que se saltan ¿hubo momentos en los que escribiste menos? también en una parte mencionas que estás escribiendo harto para ser como esas personas que dicen que escriben todas las noches.
Hay años en los que no escribí nada, lo que escribí lo escribí sin tomarle el peso de coleccionista. No como escritora, puede que haya dejado cosas por ahí diseminadas y no tengo registro, pero lo que se convirtió en el libro yo no tenía plena consciencia de que estaba escribiendo un diario, anotaba algunas cosas de repente. Después se puso más riguroso, me gustó la idea de escribir de noche, de escribir, de ser capaz de sacar lo que ha pasado en un día, aunque el día haya sido latoso. Ser capaz de relatarlo, ese era también uno de los propósitos.
“Quisiera dibujarte con la punta de la lengua, deslizarme por la recta de tu nariz, caer en las comisuras de tus labios, seguir hasta morder la manzana de Adán, enredarme en la vellosidad de tu pecho y caer en el abismo de tu ombligo. Y así terminar el dibujo de tu cuerpo húmedo”. (Diarios).
En la actualidad, Julia dice sentir este diario como un libro de ficción, como una historia creada por ella “porque ya pasó y fue una interpretación” señala. Luego de todo el proceso de edición, de que lo re-ordenen, las “traspapeladas” como le dice, ya queda muy lejos de lo que un día fue: un cuadernito. “Lo encuentro simpático, lo que he escrito, algunas cosas me gustan otras me dan un poco de pudor tal vez”.
Por otra parte, Julia señala que escucha con mucho pudor cuando la llaman escritora, para ella es lo máximo serlo. Pero llega a la conclusión de que escribió un libro y toda su vida ha escrito, así que lo es, desde que en el colegio comenzó a escribir sus intimidades y sus pensamientos. “Entonces es verdad que también soy escritora, también soy fotógrafa, también soy madre, somos varias cosas. Pero escritora, me siento muy orgullosa”.
Los escritos del diario de Julia abarcan treinta y seis años, una vida completa de creación artísticas, el amor, el coqueteo, los vaivenes del cotidiano y cómo ha sentido ella el envejecer. “Darios” nos muestra un camino lleno de claroscuros que nos hacen sentir cercanos a ella, reflejarnos en sus vivencias por la honestidad y la gran capacidad de escribir lo que pasó en un día “aunque haya sido latoso”, además de todas sus luchas como artista. Este libro es mostrarnos el testimonio de su vida, esta vez no a través del lente, sino del lápiz.
En la actualidad, Julia dice sentir este diario como un libro de ficción, como una historia creada por ella “porque ya pasó y fue una interpretación” señala. Luego de todo el proceso de edición, de que lo re-ordenen, las “traspapeladas” como le dice, ya queda muy lejos de lo que un día fue: un cuadernito. “Lo encuentro simpático, lo que he escrito, algunas cosas me gustan otras me dan un poco de pudor tal vez”.
Por otra parte, Julia señala que escucha con mucho pudor cuando la llaman escritora, para ella es lo máximo serlo. Pero llega a la conclusión de que escribió un libro y toda su vida ha escrito, así que lo es, desde que en el colegio comenzó a escribir sus intimidades y sus pensamientos. “Entonces es verdad que también soy escritora, también soy fotógrafa, también soy madre, somos varias cosas. Pero escritora, me siento muy orgullosa”.
Los escritos del diario de Julia abarcan treinta y seis años, una vida completa de creación artísticas, el amor, el coqueteo, los vaivenes del cotidiano y cómo ha sentido ella el envejecer. “Darios” nos muestra un camino lleno de claroscuros que nos hacen sentir cercanos a ella, reflejarnos en sus vivencias por la honestidad y la gran capacidad de escribir lo que pasó en un día “aunque haya sido latoso”, además de todas sus luchas como artista. Este libro es mostrarnos el testimonio de su vida, esta vez no a través del lente, sino del lápiz.