Desde la documentación hacia la observación consciente
por Katalina Cortes - 2021
Fernanda Venegas es una fotógrafa chilena que nos relata la evolución de su trabajo fotográfico, y cómo, desde la niñez ha estado involucrada en el mundo de la imagen. Expresa que su primer acercamiento a esta fue a través de la pintura, luego pasando por la cinematografía. El grabar su vida cotidiana como fiestas, cumpleaños y mascotas nació desde la necesidad de documentar y registrar todo, lo que gradualmente la llevó a experimentar con la fotografía propiamente tal: “Más desde el juego y el descubrir todo esto que me iba cautivando y bueno en esa época era mucho ensayo y error porque no había tanta información como ahora, así que fue echar a perder muchos rollos”, señala Fernanda.
La fotógrafa indica que el rol de este arte en su vida es, en este instante, lo que le apasionó de la fotografía analógica en primer lugar: lo contemplativo y reflexivo. Un proceso que requiere de paciencia, observación y mucho ensayo-error, el cual le permite tener una mirada más consciente del trabajo propio. Fernanda menciona que “ahora yo creo que para mí es como una auto observación, como que mi trabajo ya pasó a ser como plasmar mis emociones en la fotografía, como entenderme a través de la fotografía”. Por esto mismo es que lo contemplativo es tan importante para la autora, ya que lo instantáneo y modificable no son características que le llamen la atención.
Por otra parte, mirando hacia la academia, Fernanda señala que estudiar la fotografía de manera profesional no fue una experiencia completamente enriquecedora, sino que cortó ciertas libertades artísticas y creativas, “no encontré que me aportara en lo que yo buscaba creativamente, sino que me sentí totalmente aplastada, como casi que no servía para la fotografía”, menciona. Asimismo, cuenta que debido a esto pasó un tiempo molesta con la fotografía, pero siempre termina volviendo a ella”, asegura. A propósito de esto, sus procesos creativos han ido cambiando en conjunto con ella misma, “Y ahora estoy como en una etapa de pensar los proyectos, ya no como de hacer fotografía de todo lo que me gusta, solo porque me gusta, sino pensar el por qué estoy fotografiando, por qué me gusta y qué puedo hacer con eso también”.
Así es como podemos ver la evolución de esta artista en dos de sus trabajos más importantes hasta la fecha: “Del polvo, del azar y de la nada” y “Anitya” el que presentó en la exposición “mirar distinto a la(s) pandemia(s)”. El primer proyecto se vio materializado en un fanzine, el cual consiste en una recopilación de fotografías, que no necesariamente tenían el propósito de presentarse juntas en una primera instancia “fue como una bitácora de esa época en la que yo me estaba trasladando y que iba a hacer un cambio súper importante, que iba a vivir en otro país(...) la idea principal es como un reloj de arena, tiene un poema de Borges que es sobre un reloj de arena y el fanzine está dividido en dos, fotos que hice de día y fotos de noche”. Así, es como en contraste podemos ver que “Anitya” desde su significado de origen budista, que es la no permanencia, podemos apreciar un trabajo más pensado y contemplativo.
La fotógrafa indica que el rol de este arte en su vida es, en este instante, lo que le apasionó de la fotografía analógica en primer lugar: lo contemplativo y reflexivo. Un proceso que requiere de paciencia, observación y mucho ensayo-error, el cual le permite tener una mirada más consciente del trabajo propio. Fernanda menciona que “ahora yo creo que para mí es como una auto observación, como que mi trabajo ya pasó a ser como plasmar mis emociones en la fotografía, como entenderme a través de la fotografía”. Por esto mismo es que lo contemplativo es tan importante para la autora, ya que lo instantáneo y modificable no son características que le llamen la atención.
Por otra parte, mirando hacia la academia, Fernanda señala que estudiar la fotografía de manera profesional no fue una experiencia completamente enriquecedora, sino que cortó ciertas libertades artísticas y creativas, “no encontré que me aportara en lo que yo buscaba creativamente, sino que me sentí totalmente aplastada, como casi que no servía para la fotografía”, menciona. Asimismo, cuenta que debido a esto pasó un tiempo molesta con la fotografía, pero siempre termina volviendo a ella”, asegura. A propósito de esto, sus procesos creativos han ido cambiando en conjunto con ella misma, “Y ahora estoy como en una etapa de pensar los proyectos, ya no como de hacer fotografía de todo lo que me gusta, solo porque me gusta, sino pensar el por qué estoy fotografiando, por qué me gusta y qué puedo hacer con eso también”.
Así es como podemos ver la evolución de esta artista en dos de sus trabajos más importantes hasta la fecha: “Del polvo, del azar y de la nada” y “Anitya” el que presentó en la exposición “mirar distinto a la(s) pandemia(s)”. El primer proyecto se vio materializado en un fanzine, el cual consiste en una recopilación de fotografías, que no necesariamente tenían el propósito de presentarse juntas en una primera instancia “fue como una bitácora de esa época en la que yo me estaba trasladando y que iba a hacer un cambio súper importante, que iba a vivir en otro país(...) la idea principal es como un reloj de arena, tiene un poema de Borges que es sobre un reloj de arena y el fanzine está dividido en dos, fotos que hice de día y fotos de noche”. Así, es como en contraste podemos ver que “Anitya” desde su significado de origen budista, que es la no permanencia, podemos apreciar un trabajo más pensado y contemplativo.
Por esto mismo, Fernanda explica que “ era como el estar en un lugar “atrapado” y como la luna seguía su ciclo sin que le afectara una pandemia y como una analogía a todo lo rápido que iba el mundo y que estábamos obligados a observar ahora. En general la gente no está observando nada y no le quedó de otra que empezar a surtirse de las artes para poder sobrevivir a esto”.
Desde un diferente ángulo, la fotógrafa habla sobre la fugacidad de la imagen en la actualidad y de la importancia de volver a hacer de la foto algo material. “Fontcuberta decía en una entrevista sobre lo fácil que es hacer imágenes, que lo difícil es hacer imágenes que sean inteligentes y valerse de ellas y saber leerlas “. Fernanda también enfatiza en que en Chile el analfabetismo visual se da en todas las artes y no solo en la fotografía y que ahí radica el valor de fanzines y fotolibros para hacer frente al bombardeo de imagen en las plataformas digitales, ya que al estar en el celular la foto se hace efímera lo que se contradice con su propósito original, guardar el recuerdo. “es tan rápido y hay tanto, que va pasando, como todo lo que uno va viendo, no queda, por eso la importancia que se impriman la fotografía, se hagan exposiciones”, indica.
En suma, de las adversidades pueden aflorar cambios, o en el caso de Fernanda, evolución. Ya que recalca que durante la pandemia se pudo conectar con sus inspiraciones iniciales como la cinematografía, la narración y el guión, lo cual le ayudaron a generar proyectos más concretos, en lo que respecta a la fotografía. “Yo creo que antes no era muy de hacer proyectos, esto lo vengo haciendo desde hace poco (...). Ahora estoy en la etapa que quiero crear, ahora quiero hacer otras cosas nuevas”.
Por esto apunta que en la actualidad se encuentra en la creación de series de imágenes, que estas tengan relación la una con la otra y así originar un discurso a través de su trabajo “considerando también que el ejercicio mental es personal y que también hay un mundo de interpretaciones (...) que sea algo subjetivo pero que haya un diálogo entre las imágenes, que se arme una pequeña historia”.
Desde un diferente ángulo, la fotógrafa habla sobre la fugacidad de la imagen en la actualidad y de la importancia de volver a hacer de la foto algo material. “Fontcuberta decía en una entrevista sobre lo fácil que es hacer imágenes, que lo difícil es hacer imágenes que sean inteligentes y valerse de ellas y saber leerlas “. Fernanda también enfatiza en que en Chile el analfabetismo visual se da en todas las artes y no solo en la fotografía y que ahí radica el valor de fanzines y fotolibros para hacer frente al bombardeo de imagen en las plataformas digitales, ya que al estar en el celular la foto se hace efímera lo que se contradice con su propósito original, guardar el recuerdo. “es tan rápido y hay tanto, que va pasando, como todo lo que uno va viendo, no queda, por eso la importancia que se impriman la fotografía, se hagan exposiciones”, indica.
En suma, de las adversidades pueden aflorar cambios, o en el caso de Fernanda, evolución. Ya que recalca que durante la pandemia se pudo conectar con sus inspiraciones iniciales como la cinematografía, la narración y el guión, lo cual le ayudaron a generar proyectos más concretos, en lo que respecta a la fotografía. “Yo creo que antes no era muy de hacer proyectos, esto lo vengo haciendo desde hace poco (...). Ahora estoy en la etapa que quiero crear, ahora quiero hacer otras cosas nuevas”.
Por esto apunta que en la actualidad se encuentra en la creación de series de imágenes, que estas tengan relación la una con la otra y así originar un discurso a través de su trabajo “considerando también que el ejercicio mental es personal y que también hay un mundo de interpretaciones (...) que sea algo subjetivo pero que haya un diálogo entre las imágenes, que se arme una pequeña historia”.