Hacia una arqueología de la basura: Entrevista a Kamila,
creador de Archivo Diógenes
Entrevista
por Axel Indey - 2022
por Axel Indey - 2022
Kamila, de 33 años,
ha dedicado la segunda mitad de su vida a deambular por las calles de Santiago
en busca de historias contenidas en objetos desechables. Fotografías, juguetes
y documentos personales conforman el enorme archivo que hoy lleva el nombre de
Diógenes: una biblioteca de recuerdos perdidos en el tiempo, de historias
olvidadas de hombres y mujeres desconocidos que, por distintas razones, han
terminado en los basureros de la ciudad.
En entrevista con Letargo Revista, Kamila rehúye de la etiqueta de fotógrafo. Lo suyo, dice, es la arqueología urbana, la recopilación y la edición de material realizado por otros.
“Me alejé de la fotografía como creación, hoy estoy más bien dedicado al tema de cambiar los formatos. Me pasó que en algún momento sentí que las imágenes a las cuales yo quería llegar comenzaban a alejarse de mí, la estética que yo buscaba era algo que, si bien me gustaba, no salía de mi interior. Me di cuenta de que esto de archivar era lo propio mío”, señala el artista.
Kamila concibe el arte como un juego. Su trabajo no nace de una búsqueda interior expulsada a la superficie en forma de pregunta; se trata, más bien, de una serie de pequeños accidentes acumulados a lo largo del tiempo, una pila de objetos aleatorios que de pronto se ordenan para contar una determinada historia.
Diógenes es eso: una maraña de recuerdos olvidados que son traídos al presente por la intromisión del artista. Kamila asegura que el proyecto nació después de años acumulando objetos encontrados en la calle, cuando se percató que había creado, casi por casualidad, un archivo gigantesco que contenía dentro de sí el pasado de cientos de personas.
En entrevista con Letargo Revista, Kamila rehúye de la etiqueta de fotógrafo. Lo suyo, dice, es la arqueología urbana, la recopilación y la edición de material realizado por otros.
“Me alejé de la fotografía como creación, hoy estoy más bien dedicado al tema de cambiar los formatos. Me pasó que en algún momento sentí que las imágenes a las cuales yo quería llegar comenzaban a alejarse de mí, la estética que yo buscaba era algo que, si bien me gustaba, no salía de mi interior. Me di cuenta de que esto de archivar era lo propio mío”, señala el artista.
Kamila concibe el arte como un juego. Su trabajo no nace de una búsqueda interior expulsada a la superficie en forma de pregunta; se trata, más bien, de una serie de pequeños accidentes acumulados a lo largo del tiempo, una pila de objetos aleatorios que de pronto se ordenan para contar una determinada historia.
Diógenes es eso: una maraña de recuerdos olvidados que son traídos al presente por la intromisión del artista. Kamila asegura que el proyecto nació después de años acumulando objetos encontrados en la calle, cuando se percató que había creado, casi por casualidad, un archivo gigantesco que contenía dentro de sí el pasado de cientos de personas.
“Hubo un punto en
que me dí cuenta de que tenía tantas cosas que podía clasificarlas: foto
carnet, archivos de bancos, cosas escritas a mano, objetos plásticos, juguetes
y así. Lo que yo intento es recuperar estos objetos, que todo esto que me voy
encontrando por el camino no se vaya a la basura, sino que tengan el lugar que
se merecen”, sostiene.
Kamila lleva desde 2010 recorriendo la ciudad en busca de estos objetos. Su brújula tiene un componente esotérico: asegura que la calle le habla. A lo largo de los años, logró reunir un mazo completo de cartas encontradas en la basura que fueron guiando su búsqueda: si el naipe era un cinco de corazones, Kamila partía a buscar cinco fotografías que pudieran contar una historia de amor.
“Es harto de juego también, y mucho de intuición”, declara.
Esa intuición a la que hace referencia Kamila ha sido su gran compañera a lo largo de los doce años que ha trabajado en el archivo Diógenes. Es lo que lo ha guiado en su deambular por las calles de la ciudad y le ha indicado cuando una pila de basura puede contener algún objeto interesante, o cuando una persona desconocida oculta dentro de sus pertenencias algún tesoro inadvertido.
“Diógenes nace de estar pendiente del suelo. Yo reviso harto los basureros, me meto dentro de todos los cachureos que puedo encontrar, hablo con vagabundos para ver si tienen algún tesoro por ahí… es un poco eso, salvar esas imágenes que son bastante descriptivas de nosotres y de nuestro pasado y apropiarme de ellas.
Kamila lleva desde 2010 recorriendo la ciudad en busca de estos objetos. Su brújula tiene un componente esotérico: asegura que la calle le habla. A lo largo de los años, logró reunir un mazo completo de cartas encontradas en la basura que fueron guiando su búsqueda: si el naipe era un cinco de corazones, Kamila partía a buscar cinco fotografías que pudieran contar una historia de amor.
“Es harto de juego también, y mucho de intuición”, declara.
Esa intuición a la que hace referencia Kamila ha sido su gran compañera a lo largo de los doce años que ha trabajado en el archivo Diógenes. Es lo que lo ha guiado en su deambular por las calles de la ciudad y le ha indicado cuando una pila de basura puede contener algún objeto interesante, o cuando una persona desconocida oculta dentro de sus pertenencias algún tesoro inadvertido.
“Diógenes nace de estar pendiente del suelo. Yo reviso harto los basureros, me meto dentro de todos los cachureos que puedo encontrar, hablo con vagabundos para ver si tienen algún tesoro por ahí… es un poco eso, salvar esas imágenes que son bastante descriptivas de nosotres y de nuestro pasado y apropiarme de ellas.
Cuando ando en bicicleta paro en todos los montones de basura que me parecen
atractivos, hablo con gente que me parece que podría cachar algo. Hay harto de
intuición también. Eso mismo me ha llevado a encontrarme grandes tesoros donde
me ha llevado esa intuición”, señala.
El trabajo de Kamila apunta hacia la espontaneidad. Por eso abandonó la fotografía: asegura que el tiempo que le tomaba preparar cada imagen le impedía capturar la candidez e inocencia que sí ve plasmadas en las fotos familiares que encuentra en la basura. “Por eso me fui a buscar afuera”, sostiene.
Con el tiempo, Kamila dejó de pensarse como fotógrafo. Hoy forma parte de Trazar Ediciones, una pequeña editorial dedicada a difundir el trabajo de artistas visuales a través del formato fanzine. Allí, desde su rol de editor, puede dedicarse a lo que realmente le importa: la búsqueda y difusión de historias.
“Me siento cada vez más lejos de la fotografía. Hoy cuando tomo la cámara y hago fotos finalmente lo hago para mí y mis amigues, cosas más del diario vivir. He visto tanta foto buena que quiero que todo eso salga a la luz. Creadores de imágenes hay por montón y seguramente mucho más iluminados que yo; hoy puedo aportar más y me desenvuelvo mejor como editor”, sentencia Kamila.
El trabajo de Kamila apunta hacia la espontaneidad. Por eso abandonó la fotografía: asegura que el tiempo que le tomaba preparar cada imagen le impedía capturar la candidez e inocencia que sí ve plasmadas en las fotos familiares que encuentra en la basura. “Por eso me fui a buscar afuera”, sostiene.
Con el tiempo, Kamila dejó de pensarse como fotógrafo. Hoy forma parte de Trazar Ediciones, una pequeña editorial dedicada a difundir el trabajo de artistas visuales a través del formato fanzine. Allí, desde su rol de editor, puede dedicarse a lo que realmente le importa: la búsqueda y difusión de historias.
“Me siento cada vez más lejos de la fotografía. Hoy cuando tomo la cámara y hago fotos finalmente lo hago para mí y mis amigues, cosas más del diario vivir. He visto tanta foto buena que quiero que todo eso salga a la luz. Creadores de imágenes hay por montón y seguramente mucho más iluminados que yo; hoy puedo aportar más y me desenvuelvo mejor como editor”, sentencia Kamila.